martes, noviembre 28, 2006

Secretos de alcoba

Acostado boca arriba, contemplando el marfil del techo, el aire soplaba suave y fresco, por el enorme ventanal, la luz del sol brillaba ese día como nunca, Naseer Shamma, el más destacado músico iraqui sonaba como fondo musical de esa mañana que despertaba a Gerardo con una sonrisa.
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La cama de sabanas blancas cubría el desnudo cuerpo de Faviana, Gerardo con una mano en la cabeza y un cigarro en el otro recordaba la noche que había pasado con ella, las dos botellas de vino yacían en el piso alfombrado de aquel cuarto circular rodeado de ventanas donde se podría apreciar el enorme campo de pinos y el nevado blanquísimo de los Alpes suizos, el lugar perfecto para un reencuentro con la mujer que se había unido con él para toda la vida... al menos eso se suponía.
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Se animo a tocar a Faviana que le daba la espalda dejando al descubierto sus lunares en la espalada y la hendidura de su trasero, su cuerpo imitaba la forma de los Alpes, de piel blanca y suave.
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Su mano fue dándole forma a su cintura, deslizándola por sus glúteos, acariciándole los muslos, besando sus hombros, relamiendo su silueta mientras bajaba por los glúteos y sus muslos.
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Faviana tenia la mirada fría y seca, no se inmutaba del accionar de Gerardo, acaricio su cabeza y se puso boca arriba mientras Gerardo besaba sus pies con cierta devoción, su piececito le acariciaba la espalda trigueña de Gerardo, sus dedos se enredaban en su cabello ondulado, Gerardo había hecho un alto en la entre pierna de Faviana, con armonioso cuidado, Faviana suspiraba, con un leve aire de excitación.
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Gerardo fue subiendo mientras acariciaba los pechos lunarejos, el beso en el lugar preciso para mantener el mismo aire leve de Faviana, sus manos lo acariciaban de manera tierna, la sabana caía lentamente de la cama dejando a los amantes desnudos en una suerte de altar, las manos entrelazadas, el gemido lento, dócil.
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Gerardo miraba a Faviana, contemplándola nuevamente dormida “me pasaría todo el día haciéndote el amor” pensaba, un gracioso nerviosismo acompañaba a sus pensamientos, podría quedarse a vivir con ella, reiniciar eso que se rompió hacia unos meses, volver a empezar, esa noche no podía ser menos, tenia que llevar a algo.
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En eso Faviana se levanta de la cama y camina desnuda hasta el baño, abre el grifo del jacuzzi, Gerardo se levanta y se viste con una bata, se acerca al baño y Faviana la cierra de manera brusca, se acuesta nuevamente en la cama y enciende la televisión, mientras ve el partido del Manchester con el Everton, suena el celular de Faviana, deja que suene un tiempo hasta que cesa intrigado de quien seria, la curiosidad lo lleva a mirar el celular “Carl” figuraba como llamada perdida y la foto sonriente de aquel hombre rubio grabado en el celular multimedia de Faviana.
- ¿Quien es él? (Preguntaba celosamente Gerardo)
- Un amigo de la universidad… ¿porque? (respondió sin inmutarse mientras se vestía) tenemos que hacer una tesis juntos
- Ah!... pensé… bueno tu sabes
- ¿Pensaste que si le hago el amor a él también?
- Bueno no exactamente yo…
- Si, también le hago el amor…
(Dijo a secas cortándole la respiración de golpe, Gerardo se quedo mirándola como advirtiéndola de no haberse dado cuenta de que era lo que estaba diciendo)
- Y yo… (Decía mientras miraba la cama destendida) ya no significo nada
- Tú serás siempre el mismo chico que conocí… Carl es otra cosa
- ¿Y siempre lo hacen aquí?
Faviana lo mira con incomodidad, sentía que su intimidad estaba haciendo amenazada.
- Si (volvió a responder con la misma severidad)
Gerardo se sentó al borde de la cama, vestido tan solo con una camisa, encendió un cigarro y empezó a fumarlo con cierto nerviosismo.
- Te acaba de llamar (dijo algo resistido)
- ¿Si? (Faviana cogió el celular y marco el código para escuchar el mensaje de voz, Carl siempre dejaba mensajes de voz)
“Hi Favi you give me the reach in the university I want to do you the love as the other time and to test juice of your body do not cause expect me baby I want to do you me today do not deny you” decía la voz grave de aquel sujeto, Faviana sonrió y borro el mensaje.
- Vaya te debe de tener unas ganas (dijo Gerardo)
- ¿Sabes ingles… Desde cuando? (dijo Faviana sin darse cuenta de que había cambiado la conversación nuevamente de golpe, Gerardo solo sonrió)
- Hace un tiempo, tuve que aprender para sacar mi visa y venir a verte.
Faviana lo miro con ternura, le acaricio la cabeza, cogió el cigarro y le dio una pitada, “tu siempre me gustaras no te olvides” le decía mientras se arrodillaba frente a él y acariciaba el sexo de Gerardo.
- Y ese tal Carl… como es que llega a tu cama.
- Porque yo lo traigo por eso y si vas a estar preguntándome con quien me acuesto mejor será que te vayas.
- Pero es que tú no eres así, tú eres una chica diferente no una vulgar ramera.
- No soy ramera, me acuesto con quien yo quiera… y siempre lo he hecho
- Tú no eres así Faviana, tú lo sabes
Faviana se termino por incomodar y salio de la habitación, Gerardo se iba a quedar en su casa pero prefirió buscar un hotel.
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Recorrió casi todos, todos eran caros, se suponía que se quedaría ese mes en casa de Faviana, por eso ella le insistió tantas veces de venir a verla y disfrutar de la vida suiza, no tenia más reparo que regresar al departamento de Faviana.
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Se acomodo en el sofá, busco algo de comer en la refrigeradora, robo unas cervezas, cogió los pocos cigarrillos que quedaban, reviso en internet, leyó algunos periódicos de Lima, le escribió a su hermano, encendió la televisión, fútbol suizo era la única distracción de Gerardo, el sueño lo termino por vencer y la televisión se apago automáticamente, risas suaves y muy amenas se acercaban a la puerta, una muchacha y un hombre estaban en la puerta, el giro de la llave despierta por completo a Gerardo, que prefiere quedarse quieto en el sofá de la sala oscura, Faviana entra con alguien que podría ser Carl, un hombre alto, mucho más alto que Faviana, rubio, de una blancura desabrida, atlético, parecía que jugaba rugby o algún deporte de fuerza, Faviana tira tu mochila en el sofá donde estaba Gerardo, el hombre rubio la carga de la cintura sin dificultad, Faviana entrelaza sus piernas por la cintura del sujeto quien se la lleva al dormitorio, suben sin dificultad, entran al dormitorio y el cortejo sexual daba rienda suelta a la imaginación, los gemidos fuertes, las exclamaciones de robusto semental, las palabras en ingles pidiendo que no se termine la sesión y derrepente un silencio, brevísimo momento en el que Gerardo podía dormir, minutos después el flagelo amatorio empezaba cada vez mas fuerte, Gerardo no aguanto mas, se trago su orgullo y la absurda idea de reconquistar a la “puta”de Faviana, entro en la habitación y sin hacerse ningún problema, ni escándalo estilo europeo, busco su maletín, mientras los amantes hacían el amor sin inmutarse, sin importarles la presencia de Gerardo, recogió sus pantalones, sus polos, sus camisas mientras Carl lo miraba extasiado.
- ¿Que? (dijo Gerardo a Carl)
- Nice men, very good… very good (respondió Carl sin dejar de moverse con violencia, Gerardo miro a Faviana que parecía no incomodarle su posición de contorsionista y salió de la habitación)
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Ya en Lima Faviana lo llamo, esperando su pronta visita, Gerardo rompió las fotos que tenían juntos de pequeño, en una estaban deslizándose en un tobogán, Faviana abrazaba a Gerardo en el reverso había una dedicatoria que había escrito con tempera “Eres único, nunca cambies… Faviana”.