Infidelidad 7.9 grados

Son las cinco de la tarde de un miércoles 15, el auto se desliza suave por una congestionada avenida en Lima, acabo de instalarle un estereo nuevo, mi pequeño hijo malogro el anterior, cuando de un leve manotazo desconfiguró todo el equipo… puedo sentir el tema de Coldplay con más nitidez, la voz de Chris Martin se siente como si estuviera en el mismo auto, Don´t Panic me acompaña de trayecto a encontrarme con Mila.

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Mila es una mujer espectacular, llena de sensibilidad y endemoniadamente hermosa, la conozco hace años, hemos pasado muchos momentos juntos, hasta que la convertí o más bien nos convertimos en amantes, ella esta de novia, yo sin embargo estoy casado, sabemos que esta mal, pero inventamos momentos para vernos y cuando nos vemos nuestras familias o amigos no existen y nos sentimos solos en la tierra, en ese mundo de conversación amena y placer intenso.

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Nos encontraremos en un hotel al cual reserve con anticipación y que comprometí su presencia casi sin necesidad de convencimiento, entro con el auto a la cochera del hotel, me registro en la recepción y subo por el ascensor hasta el cuarto piso, el 415 esta impecable, enciendo la televisión, hago un zapping veloz por los canales y termino viendo el partido del Chelsea contra el Reading… Didier Drogba hace el gol que le da la victoria al cuadro ingles por dos a uno.

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Mila toca la puerta ella me sonríe, nos besamos y mira conmigo el fútbol, aunque ella prefiere ver canales como mtv o htv, no me dice nada, es prudente, conversamos mientras enciendo un cigarro, conversamos de su trabajo, de lo que hizo el fin de semana, le cuento de mi trabajo, de lo que hice el fin de semana, nunca hablamos de nuestras familias, eso esta vetado, es lógico… reímos, nos acercamos, nos besamos, nos desvestimos, nos amamos.

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Se acuesta sobre mi pecho, me dice que le agrada mi compañía, acaricio su piel morena, nos volvemos a besar, nos volvemos amar, nos hacemos cosquillas, reímos, prendemos la televisión vemos una película, busco el partido que no termine de ver, están jugando ahora el Marsella con Le Mans, me dice que no sea aburrido y me quita el control remoto y lo cambia al HTV, nos peleamos en broma, nos volvemos amar.

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La intensidad de su cuerpo provoca no dejar de besarla, su beso es suave y cariñoso, el momento es tierno, sus piernas acarician las mías, sus manos se pierden en mi cuello, su aliento se siente ligero en mi oído, la oigo suspirar, nos apretamos como si quisiéramos fusionar nuestra piel, en ese momento dejamos de besarnos de manera automática, algo estaba sucediendo.

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La lámpara, nuestra única compañía iluminada empezó a moverse levemente, ella me mira preocupada, “ya pasara” le digo, el televisor empezó a zarandearse en su armazón, la ventana chocaban entre si, el grito en la calle de hombres y mujeres que corrían en busca de protegerse ante el posible desplome de algún edificio, las alarmas de los autos, incluso el mío, sonaban incontrolables, los autos en la calle se detenían y eran samaqueados por la fuerza del piso que parecía una ola de brea, los claxon sonaban desesperados, la tierra se movía fuerte queriendo presagiar lo peor.

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Mila y yo nos levantamos sorprendidos, esta nerviosa y desesperadamente asustada, intenta llamar a su casa, la línea parece ocupada, se viste rápido, el movimiento continuar y la desesperación es más.

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Me visto rápido, intento llamar a casa, no hay servicio, la línea telefónica mantiene la red ocupada, la gente afuera hace cola en los teléfonos públicos, pero nada, los postes de luz, los árboles seguían moviéndose, el periodista de la tele llama a la calma mientras la cámara de televisión se descuadra de su posición normal, Mila entra al baño donde el espejo se golpea contra la pared, las cortinas siguen agitándose, me besa y sale despavorida sin decirme nada, los demás inquilinos salen presurosos privados de su cortejo por el terrible sismo que se mantenía ahora más leve pero de todas maneras angustiante, cuando termino de cambiarme el sismo deja su violencia para ligeramente advertirnos, salgo presuroso hacia la cochera, silencio la alarma que genera el auto como llamándome la atención para que le quite el susto.

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Manejo rápido, todos manejan rápido, hay mucha gente en la calle, todos asustados, pienso en mi hijo y en mi mujer, siento arrepentirme.

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Mi hijo esta llorando y mi señora trata de calmarlo, los abrazo “gracias a Dios estas bien” me dice y le sonrió.

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El temblor de ese miércoles fue de 7.9 en la escala de Richter que afecto la zona sur de Lima, causando un terremoto dejando caos y desolación… los días siguientes la tierra tenia replicas que resultaron ser unas 422 en total, me mantuve cerca de mi familia ante una eventualidad, Mila también a lado de sus padres y de su novio, quien le propuso casarse en su desesperación… Mila y yo nos comunicamos hace poco cuando la tierra aún esta sensible un leve movimiento se dio mientras hablábamos por teléfono, nos despedimos y le dije que la llamaría pronto para conversar.

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Aunque la verdad… esperamos que las replicas cesen.

¿Enamorarse?

Me ha pasado, y es extraño, lo que pensé que se trataba de un cosquilleo gástrico resulto ser parte de los síntomas del enamoramiento casi crónico.

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Me he dado cuenta que uno termina haciendo estupideces por acercarse a esa persona en quien piensas y me parece que no es justo, porque ¿como se yo que esa persona piensa en mi? Por ejemplo… ¿ella sentiría ese mismo cosquilleo que siento yo al verla? bueno que más da.

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Ayer que la vi, sentí en mi interior un nerviosismo nada normal, ¿era posible que suceda eso?, sentí que era muy evidente, me saluda y lo primero que le digo es una barbaridad, una estupidez, siento que ella piensa que soy un idiota y me doy cólera, Leo me mira como diciéndome “no trates de caerle bien”, me siento colorado por aquel incidente, no puedo superarlo.

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Leo me mira con cara de aburrimiento, lógico… llevo dos horas y veintiséis minutos hablando de ella, “estas templado huevón”… vuelvo a enrojecerme, creo que no podré superarlo, siento que fracaso cada vez que la veo y es terrible, más terrible es aún porque estudiamos en el mismo lugar, llevamos algunos cursos juntos, es amiga de mis amigas, vive a pocas cuadras de mi casa, compra el pan en la misma panadería y suele tomar el mismo bus que yo, hemos salido en grupo y baila terriblemente bien, pero desde que la conozco solo hemos bailado dos veces… es un fracaso para aquel que quiera pretenderla.

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Leo dice que cuando una persona piensa en otra es porque aquella persona esta pensando en ti, no se si sea cierto pero Leo lo dice de manera convincente, lo dice de tal manera que deja de ser una suerte de mito griego para convertirse en realidad absoluta, y si... pues pienso mucho en ella, es tanto así que hoy me quede mirando el mensaje de texto que me envió al celular hace como un mes, no dice nada extraordinario pero el hecho de tener tu número lo hace así, ese mensaje ordinario y sin importancia lo encumbraba a ser el artífice de tu importancia.

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Me a enviado un mail, lo conservo a pesar que se trata de una cadena humanitaria de las tantas que circula por el mundillo de la internet, lo normal seria que me deshaga de esa cadena que la verdad poco me importa, pero lo conservo con la infantil idea de alardear con mis amigos de que me escribió.

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Hace unos días se le esparcieron los papeles en la universidad, nadie la ayudo, creo que Dios termino por empujarla dándome la oportunidad que quizás pedí, corro en su ayuda y me sonríe tímida y agradecida, “gracias cuídate bye bye”, caray… otra vez me volvió ese ataque de nerviosismo, siento las manos sudadas, ¿Qué magia hay en ella?.

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Le envío un mensaje de texto diciéndole que si necesita ayuda pues que no dude en pedírmela, ella me contesta que gracias por la ayuda y que lo tendrá en cuenta, le vuelvo a enviar un mensaje tocándole otro tema, ella me envía la respuesta, y así iniciamos una breve conversación a través del celular.

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“Hemos quedado en salir con un grupo de amigas”, me dice en uno de los tantos mensajes de texto, quedo con Leo y otros dos amigos más, “tienes una suerte huevas... ya si hoy no aprovechas ya no habrá oportunidad” me dice, siento una emoción extraña que recorre mi cuerpo, ¿es posible una acercamiento más preciso con ella?, ¿será posible?.

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Mi padre me mira sonriente “¿que tienes?, ¿un plan?” lo miro sonriente, “con razón te has bañado” y ríe a carcajadas que lógico a mi no me hace mucha gracia, “no te pongas así, todos pasamos por eso”.

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La entrada esta abarrotada de gente, ella se acerca a nosotros “hola vengan estamos por acá” y nos lleva hasta una mesa en la que están sus amigas y unos amigos, nos pide que nos sentemos, ella se sienta a lado de un tipo a quien besa… sentí que el mundo que cargaba el Atlas griego lo cargaba yo, sentí fracasar Leo me mira y caminamos hacia la barra “a veces se gana y a veces se pierde causa…” me decía mientras pedía dos whiskys, una de sus amigas se acerca a la barra “no seas así, baila pues… ah ya! No te preocupes” me dice con aire picaresco como si no se percatase de la tragedia que llevo dentro “te gusta ¿no?... se te nota además... ella lo sabe, pero creo que el del primer paso es otro”, Leo me mira incrédulo y se lleva a bailar a la chica esta.

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Esa noche no baile, me aburrí viendo como bailaba endemoniada y sensual, coqueteándole al sujeto aquel que la lucia en la pista de baile fue entonces que salimos temprano argumentando algún compromiso dominguero.

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Durante la semana me llama diciéndome que le debo varios bailes que no sea ingrato, “quisiera pero no creo (le digo en un mensaje de texto) porque me estuve enamorando de la mujer equivocada y creo que no deba ¿enamorarse para que?”.

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Ella me llama y dice “tardaste tanto para decirme algo tan sencillo, nunca pierdas la esperanza… quien sabe”, los días posteriores nos mantuvimos en contacto, nos timbramos al celular de madrugada, nos enviamos mails con diversas cadenas, quizás ella tenga razón… quien sabe.