jueves, marzo 12, 2009

Mensaje de texto

Mi celular esta a punto de cometer un suicidio, victima de su singular epilepsia vibra hacia el abismo de la mesa de noche, despierto a socorrerlo son las 2 de la mañana, sospecho que es mi jefe que tiene una inoportuna y vespertina comisión de última hora para mi; un asalto, una violación, un aparatoso choque, en fin… sin embargo un mensaje de texto enviada desde internet me despierta sin decir quien con un inesperado mensaje.
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“El tiempo pasa y aun te pienso por ser como eres… no me olvides” decía, sin embargo en mi adormitado estado no pensé en nadie y no me quedo otra que seguir durmiendo, inusualmente en mi sueño pensaba en quien podría ser la persona que en su pesadísimo insomnio se acuerde mi.
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A la mañana siguiente intrigado vuelvo a revisar el celular, amanecí pensando que lo había soñado, lo leí y releí, trate de encontrar alguna falta ortográfica para descifrar si el mensaje había sido enviado por Naty, que últimamente he dejado de ser su amigo para convertirme en un amante medianamente platónico, pero ella no fue, me llama contándome que ayer estuvo con Alonso, su ex, hasta tarde en su departamento “conversando”. Verónica también es descartada siempre tiene saldo y cuando quiere saber de mi lo hace desde su celular, o bien me llama o bien me envía un mensaje, le cuento sobre el mensaje anónimo y ríe “lo hubiera firmado tenlo por seguro” me dice.
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Esteban me dice que sospeche de la quien menos imagino y bromea con Marcelo y envía el mensaje en busca de su anhelado revolcón conmigo y se de de una vez por todas pero el mensaje finaliza con un “No me olvides” entonces no puede ser él (con alma de ella) porque nunca paso nada (al menos yo no lo recuerdo); Vicky no tiene internet en casa así que automáticamente descartada; Paola no quiere verme por un antiguo desplante y por más que le ruegue no cederá… pienso que esta intriga por saber de quien se trata me lleva a un descubrimiento inútil y Esteban me dice que quizás se equivocaron de persona y me estoy haciendo ilusiones en vano… creo que tiene razón.
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Sin embargo una semana después otro mensaje mas tempranero llega a mi celular otra vez “Las noches eran más interesantes… cuando te sentía cerca de mi”, el mensaje llego el domingo en la noche, horas antes había visto a medio mundo, me cruce con tres ex, dos pretendientes, dos que me pretendían, una ex aventurilla; los amigos de siempre, en fin… ¿Cuantas posibilidades hay en 242 personas con las que me cruce ese día y hallan podido mandarme un mensaje de texto anónimo? Que dulce personaje aun extraña estar conmigo, quien en su clandestinidad me regla un tiempo para recordarme y que sigo siendo de su interés, quizás simplemente quiere hacer las paces conmigo o quiere reconquistarme, quien desde la tranquilidad de su hogar me regala un beso cibernético mezclando la sospecha de saber quien es y que prefiere mantenerse así hasta que el destino nos cruce, otra vez o por primera vez… que será.
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Las noches siguientes innumerables y extensos puntos suspensivos adornaron la pantalla de mi celular en representación de posibles latidos del corazón, todos enviados pasadas las 10 de la noche desde internet.
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El último mensaje era un subliminal mensaje de terminar con este obligado juego de las escondidas “quiero verte otra vez… estar cerca de ti… te llamare” decía el anónimo mensaje… no me quedo otra que esperar la llamada.

martes, marzo 10, 2009

Dimelo al oído

La noche ha transcurrido serena y tranquila, placentera y armoniosa, mi brazo recorre tu piel a la altura de tu cintura, las sabanas descansan sobre tus caderas, tus pechos se esconden entre tu cuerpo y las sabanas, la ventana esta abierta y entra un ligero aire que refresca tu cuerpo; un beso en el cuello te despierta sonriente y aun adormitada me regalas un beso del buenos días, me dices que tal dormí y te aseguro que muy bien, lo mejor de haber dormido contigo, es despertar a tu lado.
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Beso ahora tu hombro desnudo y contemplamos echados el paisaje que entra por la ventana, es un lindo día me dices, quieres tomar desayuno en la terraza del bungalow que hemos reservado, envuelta en sabanas recostada sobre mi me miras tierna y dulce, te susurro que me gustan tus ojos, acaricio tu espalda y beso tu frente, me dices que me amas, que te hago sentir especial, que quieres quedarte ahí para siempre, que es lugar más especial donde ha estado y que no lo esperabas de mi, yo solo te sonrió, continuas diciéndome de nuestro futuro y te proyectas alocadamente, me dices que aprenderás a cocinar tallarines rojos y consentirme los fines de semana; quieres regresar al club y me haces prometerlo… regresaremos te lo aseguro.
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De espaldas a mi contemplando tus formas, me aventuro a volver a tocarte, acaricio nuevamente tus suaves caderas y vuelvo a besar tus hombros, mis manos te recorren con paciencia y cierras tus ojos dejándome palparte; tus curvas se forman como si fueran unas dunas afinadas por el viento del desierto, suspiras levemente y me dejas recorrerte, beso tu cuello, un beso en la mejilla y te susurro al oído que me encantas, que estas linda y pienso que probablemente te amo aun resignándome a creerlo.
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Te das vuelta y me miras a directamente a los ojos casi sin parpadear, me sonríes y me dices “¿que más?”, su mirada me permite abrirme por completo y decirle lo que jamás le dije a una mujer, mis palabras te sonrojan y te perturba mientras la sigo acariciando, beso tus mejillas, juego con tu nariz, beso tu frente otra vez y me regalas un beso tierno y apasionado, me dices cosas que me llenan de placer y que me yergues lo más sensible de mi ser, acaricias mis zonas erógenas y me entusiasmas a perpetrar tu cuerpo como anoche; me susurras al oído que soy lo mejor que te ha pasado en la vida; te posas sobre mi y sigues besándome con pasión “soy tuya” me dices al oído.
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Tu movimiento es sublime y tierno, tu cuerpo se armoniza, tu cabello se agita con el viento, cierras tus ojos y tu gemir delicado me concentra en ella, te endioso con palabras y me sonríes, te agitas más fuertemente haciéndome perder por momentos el aire y estimula mi gemir, me siento amado, necesitado… tomas una posición física pecaminosa, pornográficamente pecaminosa y te agitas en un vaivén severo como un flagelo, gimes de placer mientras tu cuerpo transpira sobre mi, tu piel y la mía se someten en un choque de emociones tiernos, pegas tu frente con la mía mientras agitas tus caderas contra mi, tomas con tus manos mi rostro sudoroso, me das un beso afrancesado, suspiras, gimes, vas desacelerando la velocidad de tu pelvis, das un último suspiro y descansas sobre mi pecho.
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Tu corazón palpita fuerte y tu cuerpo transpirado se fusiona conmigo, escucho tu respiración y concluyes diciéndome al oído “quisiera un hijo contigo” te sonrío y te beso… “creo que ya esta hecho” te digo al oído y me sonríes.

viernes, marzo 06, 2009

Tenemos que hablar (¿13 años después?)

El supermercado esta abarrotado, los domingos suelen ser así, he comprado un libro y se me ha antojado una suculenta empanada de carne, un vaso de inca cola es parte de la oferta, una agraciada señorita me atiende sonriente (política de la empresa) le devuelvo la sonrisa y me despacha una generosa empanada y una refrescante inca cola; la gente va y viene, los domingos son insoportables, toda la familia viene de compras y por lo general (al menos donde yo vivo) siempre sueles encontrarte con todo el mundo, a quienes quieres ver y a quienes no quieres ver, a los que no vez años y a los que vez a cada rato, a los que no conoces y a los que siempre vez pero no sabes su nombre, los que vez y no recuerdas… como Diego Tomas Ambrosio.
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- Claro ¿no te acuerdas de mi?, hace tiempo que quiero ubicarte (me dice entusiasta, excesivamente alegre el sujeto aquel)
- Bueno ya me ubicaste (le digo irónico aún sin recordar al loco aquel)
- Tú si que no has cambiado nada, estas igualito
- Seguramente, pero te juro de verdad... que no te recuerdo.
(Le digo haciéndolo recapacitar que quizás me ha confundido con alguien, sin embargo sabe mi nombre y mi apellido, el colegio donde terminé la secundaria, la universidad donde estudie primero, donde viví en el 96, incluso pregunto por mi viejo; su rostro empezó a familiarizarse cuando me pregunto por alguien a quien yo conocía perfectamente pero que no sabia hace mucho tiempo de su paradero.
- ¿Qué sabes de Elisa? (Pregunto sin dejar de mirarme como esperando una respuesta sólida)
- Hace mucho que no se de ella, creo que se caso (Respondí desinteresado)
- Quizás la volvamos a ver, quiero hacer una reunión de reencuentro con la gente ¿Qué dices te animas, vas?
- Si porque no seria chévere encontrarme con la gente, años que no los veo
(Le dije, anota mi número celular, me da su tarjeta, nos despedimos y quedamos en llamarnos para dichoso reencuentro).
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Diego Tomas había sido un compañero de mi confirmación por el 96 más o menos, tratando de recordarlo recordé, valga la redundancia, que había sido un tipo callado y solitario, insociable, amilanado, con temores, nunca hablo, nunca participo, incluso no recuerdo si se confirmo, pero aquella noche me recordó con simpatía y afecto y se atrevía a preparar un reencuentro que dudaba llegue a ser concurrida.
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Dos meses después Tomas me llamo para confirmarme que su tan mentado evento se iba a llevar acabo, se había contactado con todos y todos le habían dicho que si; sumergido en la incredulidad decidí animarme a ir, me bañe, me cambie, compre una cajetilla de cigarros, una cerveza en botella, una barra de menta y dos chicles, fui caminando hasta su casa, quedaba relativamente cerca; la gran ventana de la sala muestra a la gente que hacían grupos y bebían cerveza, conversaban amenamente, otros bailaban y carcajeaban, toco el timbre, Tomas me abre la puerta y me da un abrazo efusivo, esta “alegre” porque he venido, me dice que solo faltan algunos que los demás están dentro, entro temeroso a la gran sala, me siento observado, como un extraño, en eso una voz del otro lado de la sala me llama, empinando una botella de cerveza, se acerca me da un abrazo y lo reconozco de inmediato, era “Calito” fue mi mejor amigo en esa época y nos volvíamos a ver después de 13 años, “Calito” me jala al grupo y ahí estaban Ursula, Karina, Gisela, Martha, Marcos, Jorge, “Calito”, Hernán, Jonathan, Samuel, Eder, Jahaira, Orlando, “Cototo”… y Elisa, todos compañeros del salón de confirmación del año 96.
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A Elisa no la venía desde que terminamos (y terminamos mal), sin embargo diplomáticamente la he saludado con un beso en la mejilla en muestra de que no tengo nada contra ella y que nuestra relación si bien fue intensa, armoniosa y especial, llegó a su final de la manera menos esperada, tras un viaje y tras varios meses de averiguaciones me entere que la noche de su fiesta de promoción (dicho sea de paso un castigo impuesto por mi madre me privó de ser su pareja y ella eligió a alguien de mi promoción) me fue infiel y me entere por terceros de lo que había ocurrido eso genero una división entre los amigos en común, decidió nunca más volver hablarme, pretexto mi viaje como motivo de la ruptura, se especulo una supuesta hija que tenía en provincia a quien yo había ido a visitar, argumento que sus padres no me querían ver… Entonces hice mis pininos de masoquista, la busque y la perdone, le rogué que volviera conmigo, sin embargo me desprecio, se rió en mi cara porque no tenia porque pedirme perdón, endemoniadamente orgullosa, endiosada, oronda, me aparto de su vida sin pensar en mi, entonces no me quedo otra salida que sumergirme en la más profunda tristeza, flagelarme con las más tiernas baladas y embriagarme en inconsolables noches de lagrimas y porqués, tardo en sanar el corazón durante el verano del 97.
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Elisa estaba guapa y percibía su mirada de reojo, aún rondaba su aureola de orgullo y egocentrismo, “Calito” y yo conversamos mientras los demás se animan a bailar, Jahaira lo saca a bailar dejándome solo con Elisa y Gisela; sin esperar alguna señal pienso y repienso si sería factible sacarla a bailar, Elisa nunca ha bailado bien pero creo que después de 13 años ya debió aprender algún paso por lo menos, pero fuera de eso su narcisismo no la hará sucumbir a una petición que correría el riesgo a ser negada… sin embargo me pide un cigarro y suelta un “¿bailas?” semi seco, agridulce, que es contestado por un “ya dale” desinteresado.
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Su baile es más rítmico, ha aprendido a bailar, a no enredarse o auto pisarse, unos minutos corren de la música mientras bailo desganado y mirando el piso, no quiero forzar alguna conversación con ella, sospecho que ella lo sabe porque baila mirando de un lado a otro sin mirarme, pero una fugaz caballerosidad me fuerza a romper el hielo.
- ¿Y que tal como estas? (Le digo aventurándome a mirarla directamente)
- Bien aquí como me vez, engordando (Me dice, lanza una dulce mirada como diciéndome “gracias por preocuparte… por favor no llegues al tema de nosotros”)
- Me dijeron que te casaste (Continuo)
- No, nada que ver, un par de años más quizás, quien sabe ¿y tú?
Entonces empezamos una conversación larga y tendida, me contó de lo que estaba haciendo, de su mamá, de su hermana, de sus sobrinos, de sus amores, de su trabajo; le conté de mi, de lo que me había pasado en estos 13 años, de mis amores, de mis proyectos, de mi trabajo; salimos a comprar cigarros, nos sentamos separados del grupo, bailamos mientras nos reíamos, la sentí cómoda, gratificada.
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Todas las canciones eran de los 90, en todos sus géneros; una salsa llamada “Yo sin ti” que me dedicó durante nuestro romance sonó en aquel momento, un prolongado silencio quedo entre nosotros, nos quedamos parados; sin pensarlo ella rompe el verdadero témpano y dice “Bueno… ¿bailamos?” y acepto dándole una sonrisa.
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El tema musical transcurre y nosotros en silencio, finalizada la canción en medio del barullo de la gente me dice.
- Creo que tenemos que hablar ¿no?
- … estamos hablando ¿no?
(Le digo de manera irónica)
- Me refería a nosotros… de lo que paso (Me dice temerosa, sin la coraza de orgullo)
- … no, no tenemos nada de que hablar.
- Por favor… me gustaría no se… quedar bien contigo.
- Ya estamos bien, descuida no paso nada… lo pasado, pasado es… no te preocupes.
- Es que…
- Elisa ya déjalo ahí
(Le digo en cierto modo incomodo)
- Es que… por favor… tengo que… te lo ruego. (Su mirada reflejaba intensos días de tormento e incertidumbre, de saber como estaba y que estaba haciendo, de saber cuando llore, de cuanto sufrí, de cuanto la ame, quería sentirse aliviada, liberada; reflejaba una intención de querer sentirse perdonada por el hombre que alguna vez a solas en la sala de su casa le propuso matrimonio, por el hombre con el que descubrieron el placer intenso de la adolescencia, que la descubrió mujer en el cuarto de sus padres… Su mirada pedía perdón)
- …… Yo también te roge… dalo por olvidado, no arruines la noche (Luego le di un abrazo y ella me correspondió… sentí que el corazón había sanado totalmente)

miércoles, marzo 04, 2009

Día de playa

Los veranos no son mi fuerte, tengo un mal recuerdo de mi último verano, tras una avezada maniobra surfística el mar me arrastro al centro de sus devoradoras aguas, casi sin darme cuenta, fue entonces que me quede, literalmente, sin piso y empecé patalear recordando las lecciones de natación aprendidas durante mi infancia en las vacaciones inútiles de algún verano perdido, lecciones que me sirvieron más para apresurar mi desesperación por no hundirme y morir atragantado por cantidades navegables de agua salada, pero una mano salvadora me saco de mi breve agonía marítima y salvo mi vida devolviéndome a mi hábitat natural… jamás había amado la tierra como en aquella oportunidad.
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Desde ahí mantuve al mar alejado de mi, los veranos pasaron y las mañanas tostándome bajo el sol las cambie por sanos partidos de fulbito, días de camping, piscina, carne en el asador; preferí ahogarme en cantidades industriales de cerveza antes de tener un pie metido en el mar, noches de salsa y son montuno; eventos y festividades que se fueron dando durante los últimos ocho años alejándome del mar esperando que se olvide de mi, que halla olvidado alguna rencilla conmigo y pretenda llevarme a sus profundidades.
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Sin embargo este año decidí “reconciliarme” con la majestuosidad del temerario e infinito mar, los fines de semana volví a pisar arena firme y enfrentarme, amistosamente claro, a las inmensas olas de La Herradura y ensayar alguna destreza surfística, o pensar echado en su ya escasa arena, conversar con un par de cervezas bien heladas de por medio, un fresco y suculento plato de ceviche y finalizar con un helado que amengüe el calor, creo que he superado el temor y podría volver al mar el año entrante.
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Fabián y Yolanda, recién casados han rentado una casa de playa al sur de Lima, no los veo desde que se casaron y ellos han aprovechado unos días para reencontrarse con los amigos y les pareció buena idea reunirnos a todos en una casa a orillas del mar, el verano esta por terminar y seria una buena oportunidad de alejarnos de la ciudad, el proyecto esta en camino y le aseguro a la pareja que iré de todas maneras.
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Una semana previa había recibido las llamadas de Fito confirmándome del evento este, Lucia y Giovanna también, Adriana se gasto su saldo enviándome mensajes de texto, Carlos, Manuel, Alonso, Cheche y Pololo están armando un equipito para pichanguear, Papo me recuerda que no olvide los cigarros, mientras que El Gordo me ha pedido una colaboración para comprar cerveza “una caja por cabeza tío…” me dice, todos están esperando la fecha del último día de verano y reencontrarse con los amigos.
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En el último día de verano todos esperan en casa de Matías, una combi aguarda en la puerta; en realidad me están esperando, un vapuleo general me recibe y a trote subo a la móvil, los amigos me reciben con un apanado que causa jocosidad, una sarta de bromas y chistes se genera durante el trayecto, mientras que las chicas están en una tertulia de chismes, modas y dietas… La combi se desplaza sin contratiempo por la panamericana sur hasta Cerro Azul, un enorme bungalow nos espera.
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Carne a la parrilla con chorizo, hot dog, hamburguesas, salsas al gusto, cervezas y gaseosas empezaron a repartirse en la tarde después de jugar voley con las chicas y el fulbito con rotundo marcador de 6 a 4 para el sexteto de siempre, nos hemos metido al mar a surfear domando las olas, Fabián y Yolanda nos ha asegurado que podemos quedarnos tenían pensado hacer una pequeña reunión, no seria mala idea hacer una fiestita, el entusiasmo crece y el último día de verano parece ser el mejor.
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El sol alumbra al fondo pintando el cielo como una obra de arte del mismo Dios, Jimena ha venido muy linda hoy, esta algo triste y bajoneada por un mal amor no correspondido, sabe que la pretendo a escondidas en nuestras conversaciones por el messenger, palabras que no me atrevo a decirle en persona y ella igual, sin embargo ella me acompaña en la terraza mientras veo el ocaso, me trae una botella de cerveza personal y yo le invito un cigarro, admiramos juntos el atardecer “¿te inspira a escribir no?” me dice y me sonríe coqueta, le aseguro que si, conversamos largo y tendido mientras los demás bailotean de lo lindo.
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La noche se va acercando, Jimena y yo seguimos conversando “Así que te casas ¿no?” me dice, confundido no caigo en la cuenta que se refiere a mi anterior escrito nos reímos juntos y el tema de pareja cae por su propio peso, Jimena esta sola y yo ando en una incertidumbre de creer y no en el amor, no hemos hablado de nosotros porque creemos que la amistad que tenemos no se deba romper y creo que es mejor así, nos hemos contado muchas cosas, de las relaciones de pareja y también de las sexuales, siento un cierto gusto por ella y una extraña provocación deseosa; la noche se va haciendo propicia, nos hablamos con cierto coqueteo y nos acercamos poco a poco, hablamos de tener una aventura alrededor de la playa y de hacernos el amor en el mar, nos reímos porque suena jocoso y alocado, pero me mira con ciertas ganas y creo que ella también lo percibe de mi.
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Yolanda esta buscándonos, todos están bailando y divirtiéndose, pregunta por nosotros, Fabián no sabe donde estamos, las chicas también no saben nada de Jimena, es entonces que la especulación corre por la sala, pero Jimena y yo caminamos por la playa con cigarros de por medio y cerveza hurtada del frío bar de la casa de Fabián, caminamos en la penumbra de la playa y me cuenta parte de su amorosa vida, esta desilusionada del amor y no quiere confiar más… tras un paseo largo Jimena y yo terminamos besándonos y riéndonos de lo que ocurría.
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Yolanda y Fabián nos ven a lo lejos y son testigos de este breve romance, Jimena me pide no contárselo a nadie, me vuelve a besar, entramos a la reunión y somos participes de la fiesta que no se sabe en que terminara… estoy seguro que el año entrante querré reconciliarme con el verano definitivamente.

martes, marzo 03, 2009

Hoy me caso

El celular suena a las 6 de la mañana en punto, una dulce voz me saluda tierna y calida a través de la línea, “levántate mi amor, ya amaneció y hoy tienes muchas cosas que hacer, te veo en la noche te amo un beso” y cuelga sin que yo pueda decirle algo, vuelvo abrazar la almohada sin ánimos, perezoso, resaqueado; es otoño y un refrescante aire entibia la atmósfera de mi cuarto, miro otra vez el reloj y ya son las 6 y 20 de la mañana, me quedo mirando el techo, la enorme estructura blanca es el perfecto ecran para revisar mi vida, esa habitación que había sido mi refugio de soledad y mi escondite para mis amores clandestinos, lo iba abandonar para siempre, pero con la premisa que la próxima vez que volviera a cruzar sus puertas sería con mi esposa… porque curiosamente hoy me caso.
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Estático miro el techo y fui despidiéndome de mi para siempre, de mi soltería, de mis aventuras, de mis inquietudes, de mis placeres, de mis lagrimas, de mi soledad; había decidido cerrar una etapa de mi vida que quizás (incluso yo) pensé que no llegaría (o no quise que llegara); me sentía más seguro estando solo pero ahora sentía una seguridad extraña (fuera de lo normal por cierto), la mujer que me acompaña ha apostado por mi en las buenas y en las malas, me ha soportado con cierto estoicismo mis arrebatos por mi excesiva y extravagante intención de querer hacer las cosas bien y ha colmado ese ímpetu con una tierna y dócil mirada, un beso preciso para callarme, ha creado un ambiente perceptible de química que los demás dijeran “wow si que se conocen mucho”, compartía conmigo domingos de fútbol, martes de cine, obras de teatros, firmas de libros, reuniones con mis amigos y los suyos, días de playa entre febrero y marzo, caminatas de otoño entre julio y agosto, pollo a la brasa los jueves por la noche y amanecidas junto a su cuerpo los sábados por la mañana.
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He pasado la noche en un hotel, mi madre dice que tradicionalmente el novio tiene que pasar la noche en casa de sus padres, pero he querido pensar en solitario y dormir por última vez solo; Mi despedida de soltero fue en comunitario, estuvieron amigos de ambos, bailamos hasta tarde como nunca, a mi madre no le pareció que durmiera en un hotel, aún le cuesta desligarse de que ya no soy un niño, pero termina por aceptarlo aunque le arruiné la sorpresa preparada que era haberme preparado lo que alguna vez había sido mi cuarto adolescente.
Mi padre me llama a las 8 de la mañana me dice que tenemos que vernos, no ha comprado aún su terno e iré con él a comprarle uno, algunos amigos llaman al celular para confirmarme la hora de la ceremonia aunque se que irán a la recepción. Mi padre ha escogido un elegante terno azul de corte italiano a tres botones, con ojales para los gemelos, una corbata de color azul metálico y una camisa blanca, recuerdo que tengo que recoger el smoking de cola para vestirme, mi padre y yo conversamos los últimos pormenores, lo siento emocionado, orgulloso y en verdad me enternece.
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Mi abuelita me ha preparado un almuerzo con mi tía, algunos tíos del extranjero han venido, mi hermana y mis padres también están, hemos pasado una tarde inolvidable; el día transcurre rápido faltan pocas horas, me siento ligeramente nervioso, no he visto a mi futura esposa en 4 días que me han parecido los más largos y eternos de mi vida, pues casi siempre nos veíamos aunque sea un ratito y ha decir verdad la he extrañado estos días.
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Durante esos días los amigos y la familia han hecho lo imposible para que no nos veamos ni siquiera ha escondidas, situación que me causa risa aunque por momentos es insoportable, incluso en el trabajo no me han pasado sus llamadas, el mundo estaba complotando contra nosotros pensé.
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Mi madre me espera en el atrio del templo, iglesia que me vio crecer; donde conocí a otras personas y me enamore de ellas, templo que me acogió en mi etapa de inocente monaguillo, de servicio responsable, encantador por momentos, seriedad aprendida al milímetro y ligeras miradas coquetonas que le daba a las jovencitas que iban a misa a contemplar a una generación de acólitos (podría decirse) bien parecidos; ahora regresaba en una faceta completamente diferente, la iglesia esta abarrotada, mientras doy mis primeros pasos hacia el altar saludo a los amigos que están distribuidos por ahí, han venido mis tíos que no veía años, gente que me sonreía, gente que conozco y no conozco, chismosos intrigados, señoras que me han visto de niño, me sentía importante, pero definitivamente esa importancia se traslado cuando mi futura esposa bajaba de una limosina larguisima, su padre y su madre junto con una tía la ayudan con su precioso vestido blanco que le estorbaba al bajar, los camarógrafos y fotógrafos corren para abordarla y sacar las primeras placas, ahora si me sentía más nervioso y emocionado, tuve la percepción de que quizás no llegaba (tonterías que se piensan por los nervios).
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Su paso es firme y delicado, cuando buscábamos el vestido por catalogo, bromeaba por si es que le quedaría, ella me miraba con ganas de insultarme de manera indiscriminada y yo terminaba por avergonzarme “te va quedar lindo” añadí y me regalaba una sonrisa; Su entrada al templo fue magistral flashes y fotógrafos peleándose por tenerla en sus primeros encuadres forcejeaban, tras el velo ella me sonríe nerviosa supongo, ha llegado dos minutos tarde pero perdonables, solía llegar 15 o media hora cuando nos citábamos y siempre le decía a manera de amonestación con cierta seriedad “llegas tarde”, cuando la develo admiro su tierno rostro que provoca besar, su ligero maquillaje la hace ver radiante, le doy un beso en la mejilla y le vuelvo a decir sobre su tardanza y ella me sonríe, susurra diciéndome lo que siempre me decía “sorry!”.
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La ceremonia llega al momento culmen, la frase que sellaba nuestro amor inmenso, momento que yo pensé que se desataría en una gran risotada cuando dije: “Yo, te acepto a ti, como mi esposa y prometo serte fiel, en lo favorable y en lo adverso, con salud y enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”, me mira fijamente sonríe como si no pudiera creerlo y me dice bajito levantándome una ceja coquetona “más te vale” situación que el sacerdote se percata y sonríe; ella repite la misma frase y le susurro “ya lo sabia”, el sacerdote nos declara marido y mujer, le doy un beso y la asamblea aplaude, el beso es largo lleno de amor y ternura.
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La gente nos lanza pétalos de rosa, hay mucha gente afuera, parece que hasta la prensa ha venido, pero son amigos fotografiando el suceso, tomados de la mano nos vamos despidiendo de todos, de verdad quiero aprovechar de mi esposa ya!, pero aún tenemos la recepción y saludar a los familiares, a mi nueva familia y a los que llegaron a acompañarnos; puñados de arroz rozan por mi cabeza, se entrenzan en mi cabello y me ataca una repentina comezón por mi cuello, su descenso por la espalda resulta incomodo, pero todo un precioso y lindo espectáculo… sin embargo un golpe en la cabeza con el borde de la puerta de la limosina me despertó de lo que fue un extraño, inusual, impredecible, insospechado, posiblemente premonitorio y repentino sueño.
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Dicen que los sueños así son reciprocos... entonces pienso que ella se esta casando conmigo en sus sueños.