viernes, abril 27, 2007

Mi Pareja

Marcelo siempre fue un chico tímido, en el barrio no lo llamaban a jugar fulbito, a veces iba y se sentaba en las gradas de la canchita mirándose las uñas, cuando había campeonatos de fulbito se juntaba con las chicas y nos traía sándwiches de pollo con jugo de naranja helada, las chicas lo adoraban porque era el incondicional, el confidente, tenia ciertas actitudes que para algunos de los chicos era de disgusto, a mi me daba risa, era bien despierto, improvisado, ocurrente, sabia todos los secretos de las chicas y de los chicos, a las reuniones y fiestas iba siempre bien acicalado, perfumadito, el cabello corto engominado, polo cuello cafarena y un terno ligeramente apegado a su delgado y raquítico cuerpo, zapatos encharolados, una elegancia andante.
- Caramba Marce, que guapo que estas (le decía Lucrecia)
- Ay si me lo ha mandado mi primo de Paris (dijo con coquetería)
- Tienes primos en Paris (le dije sorprendido)
- Claro, mi primo Gianni
- Gianni, cual Gianni
- Gianni Versace, pero estamos peleados, así que me mando este para que le perdone.
Lucrecia y yo sonreímos ante la ocurrencia, -eres un coqueto- agrego Lucrecia, el sonrió y se acerco a saludar a los demás familiares con un protocolar apretón de manos para los caballeros y un sutil beso para las damas, las personas mayores lo miraban de manera extraña, hubiera sido por su elegante extravagancia pero no era por eso.
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Carla se casaba esa vez e invitó a todos los amigos del barrio, la fiesta transcurría elegante y divertida, Marcelo no bailaba mucho, tomaba una copa de champagne que hacia larga, los chicos habían jalado la caja de cervezas, le pasaban una botella y Marcelo la dejaba pasar -no me gusta- y fue por otra copa de champagne o lo que hubiese, empezaron a poner música de nuestra época y las chicas nostálgicas empezaron a bailar con nosotros, Aurora saco a bailar a Marcelo que ya llevaba más de 2 botellas de champagne, se animo a bailar un reggae de Bob Marley de manera coqueta y desinhibida, las chicas celebraban su ritmo coqueto, yo reía, Marcelo se convirtió en el centro de atención, la reacción de los chicos fue de mirarme como no compartiendo su encabronada danza -este cabro esta malogrando la reunión- decía Lucho que bailaba a lado mío con Miriam, Mario le decía a Marcelo que se moderara de manera abrupta, Marcelo dejo de moverse a mitad de la canción voltio a mirar a Mario.
- Soy gay ¿algún problema?... me gustan los hombres… (Dijo)
- Puta que gran cabrón eres, como vas a cagar la reunión así (dijo Mario y le propino un severo puñete tumbándolo sobre Don Rogelio que lo empujo despavorido, Marcelo se levanto del piso miro con rabia a Mario y se abalanzó sobre él -seré cabro, pero no dejo de ser hombre- y le propino una golpiza como jamás lo había visto, tuvimos que separarlos, arrastre a Marcelo de la cintura hasta la calle, Marcelo se calmo cogió su saco que yacía en el piso Carla lo miraba sollozando -siento haber malogrado la noche Carla- y camino por el centro de la calle sin decir nada, sacando su pañuelo y secándose la sangre.
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Durante los siguientes días nadie vio a Marcelo, las chicas preguntaban por él pero nadie daba razón, probablemente Marcelo había fugado repentinamente del barrio, quizás agobiado por la discriminación de sus amigos de infancia -mejor así... da mal aspecto al barrio- decía Lucho, -no creo que sin Marcelo mejore su aspecto- dijo Paula mirando de pies a cabeza a Lucho, -creo que debemos de buscarlo ¿no creen?- mi anime a decir, obviamente los chicos me miraron con cierta incomodidad, murmurando entre ellos, las chicas apoyaron la decisión y los pocos que se ofrecieron empezamos una exhaustiva búsqueda de Marcelo.
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Amigos cercanos a él no daban información aunque sospechabamos de que sabian de su paradero, hasta que me atreví hacer algo que lo tenia que mantener en una suerte de secreto de estado, pues para tranquilidad de todos supuse que Marcelo estaría ahí, en la discoteca más concurrida por el ambiente homosexual y lésbico de la gran Lima el “Palace’s Bar” la discoteca de ambiente del momento, pero por un orgullo inmenso que evoca el ser un heterosexual confirmado no me anime a ir solo a un lugar en el que pondría en riesgo mi reputación heterosexual, entonces Lucrecia me mira con un aire de rareza y luego de pensarlo varios minutos me dice que si.
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Es sábado por la noche, estamos parados en la acera del frente miles de carros de último modelo se cuadran en la puerta del Palace’s Bar sujetos de caras limpias, recién afeitadas, cejas delineadas, otros con colorido maquillaje, muchos con prótesis mamarias e inyecciones letales, polos pegaditos licrados, pantalones brillantes, teñidos de cabello, gay, travéstis, transexuales, modernos, los noveles osos, mujeres tomadas de las manos, hombres abrazando a otros, ambulantes que ofrecían cigarrillos y chicles, gays famosos de la televisión, en fin un desfile interminable de sujetos dispuestos a soltarse las trenzas en esa noche vana que solo el Palace’s Bar te podía ofrecer.
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Pago la entrada Lucrecia se siente amenazada por las miradas de las chicas ahombradas que esperan entrar, un hombre fornido me revisa de pies a cabeza con un detector de metales, la alarma suena y saco mi llave el hombre fornido al quien le dicen Marcus me sonríe coqueto y me deja pasar, Lucrecia pasa sin ser revisada entramos lento al mundo de los chicos y chicas incomprendidos por la sociedad, al mundo de aquellos que sus padres se siente avergonzados, la música suena fuerte, ensordecedora, Dj Tiesto alegra la pista de baile, MD Clarens musicaliza en la tarima, hombres y mujeres bailan como extasiados, Lucrecia y yo sonreímos por la energía que vibra dentro de local, las piernas se contagian de ritmo, Lucrecia agita su cabeza como si fuera una rock de Nirvana, la jalo al medio de la pista y bailamos pegados de manera sensual, las parejas a nuestro alrededor bailan también apretados, hombres y mujeres besándose, la pasión de los seres podía sobrepasar los limites de lo normal, la fusión de los heterosexuales era mágica y natural “ámense como yo los amo” dictaba un cartel de neón a la cabeza del Dj, las luces traspasaba a los individuos como queriéndolos exterminar, la diversión estaba plasmada en la atmósfera del lugar.
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Alguien nos miraba desde el palco VIP sorprendido y nos manda a “Bersheva”
- Hola disculpa pero Gália los llama allá arriba
- ¿Gália?, no conocemos a ninguna Gália
(dijo Lucrecia mientras miro a la zona VIP, era Marcelo que me saludaba con la mano, emocionado)
- Es Marcelo (le susurre a Lucrecia, ella miro y salio por delante, Bersheva no dejaba de mirarme)
- Eres un loco (le dijo Lucrecia mientras le daba un abrazo a Marcelo)
- Un loca querrás decir, pero ustedes no sabia que tenían su guardadito (decía mientras me daba un abrazo)
- Supuse que estarías aquí, así de la nada como quien le atina (dije)
- Bueno, estoy contenta de verlos, que quisieran tomar (pregunto mientras nos indicaba que tomáramos asiento en una mesa rodeada de un asiento de terciopelo rojo, una lámpara a gas antigua era lo único que alumbraba, varias copas, de champagne, daikiri, tequila, cuba libre a lado de cajetillas de Marlboro Light adornaban la mesa, Marcelo estaba con Bersheva, Kail, Mika, Lou, acompañadas de sus parejas Estéfano, Aldair, Maicol y Saabram, bebían y se besaban o bailoteaban en la baranda de la zona VIP observando a los demás allá abajo.
- Ay Gália ya llegó, ya llegó ese pesado (dijo Kail)
Todas (bueno así calificaba Marcelo a sus amigas) se asomaron por el balcón luego regresaron a sus asientos Lucrecia me miro asustada.
- Pasa algo (dijo Lucrecia)
- No, nada no se asusten, esta es mi zona, aquí mando yo
(dijo Marcelo que a esa hora de la noche ya le decíamos Gália) pero antes que nada quiero agradecerles su preocupación y veo que en verdad tengo verdaderos amigos y que puedo contar con ustedes siempre (dijo emocionado)
- Siempre puedes contar con nosotros en lo que quieras, particularmente siempre fuimos amigos y nunca dejaras de serlo (le dije y me estrecho un abrazo que lo sentí eterno)
- Entonces podrás hacerme un favor, pero no ese tipo de favores ah, no te emociones.
- Claro el que quieras (sonreí)
- OK… Lucrecia amiga puedo robarme un ratito a tu novio
Lucrecia sonrió con una ceja levantada, cuando en eso una trifulca se armo en la escalera de la zona VIP, un sujeto entro a empujones -déjalo entrar- dijo Marcelo cuando en un momento sentí su mano entrelazarse con mis dedos, un hombre alto de tez blanca se acerco a la mesa -podemos hablar- le dijo el tipo aquel.
- Lo siento Francis tu y yo no tenemos nada de que hablar
- No... más bien creo que tu y yo tenemos mucho de que hablar
(refuto el hombre)
- Lo siento Francis pero yo ahora estoy bien, además quiero que sepas de una vez por todas que ahora estoy con alguien (Lucrecia me mira asombrada, yo la miro también extrañado) te presento a mi pareja y ahora estoy muy bien, muy feliz, porque él es el hombre que estaba esperando. (Y levanta mi mano entrelazada con la suya, Francis me mira de mala gana y sale del lugar no sin antes amenazarme, sus amigas empiezan a botarlo con insultos y Francis baja de la zona a regañadientes)
- Ay ya suéltame (dijo y rió) se la creyó (dijo festejando con las demás)
- Pero me ha amenazado de muerte
- Ay papito el que te toca y yo que lo mato, además ese no mata ni una mosca, uy si a mi ni cosquillas
me hacía (dijo riéndose a carcajadas)
Esa noche nos divertimos hasta el amanecer, fuimos a comer ceviche a la playa y nos dejo en el barrio.
- Cuídate mucho Marce (dijo Lucrecia)
-OK querida descuida… chau amor pórtate bien ah!... Lucrecia cuídamelo ah!... (finalizó guiñándome el ojo)

martes, abril 24, 2007

El Popular

Para muchos adolescentes, ser popular cuesta mucho, ser el centro de atención es, o más bien era para Abel una cuestión de honor, no era justo tener que caminar atrás de toda la patota, reírse de los chistes a veces estúpidos del líder del grupo que iba adelante, silbando y mandando besos volados de manera osada, diciendo piropos subidos de tono y agarrarlo de lorna a los que se quedaban atrás, no era justo.
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Abel no era precisamente el tipo listo de la secundaria, carecía de amigos que lo animasen a sugerir alguna maña, no era bueno contando chistes, no era vivaz, se consideraba un tipo aburrido, timorato, tenia pocas amigas, las menos populares eran consideradas las nerds, ese era su harem, aquellas reían con ciertas ocurrencias de Abel, eran las que lo acompañaban a mirar los partidos que los populares si jugaban, sus amigos lo llamaron “el rey de las nerds”, Abel solo sonreía, ya que no le hacia mucha gracia ser el rey de las nerds, porque eso lo incluía dentro de un reinado del que no quería hacerse cargo y mucho menos de chicas que no eran nada agraciadas.
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Su reinado duro tres años, Abel había aprendido el sentido de reírse por cada tontera que ocurría, los populares empezaron ser calificados por los profesores como arrebatados delincuenciales e incorregibles, Abel se gano el afecto de las chicas que para el quinto de secundaria habían madurado, física y espiritualmente, habían dejado los lentes gruesos y los brackets, las trencitas y los uniformes bien planchaditos, sus pieles había tomado el color del bronceado veraniego que las hacia verse lindas y coquetas, querían destronar a Abel, pero era demasiado tarde.
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Ese último año Abel mejoró su ritmo de vida, para empezar tuvo una novia, Claudia era considerada en su colegio como la afortunada pues Abel tenia un aspecto de joven buen mozo, interesante y atractivo, simpático y requerido, ese mismo año Abel jugo un campeonato de fulbito con sus amigos del barrio y campeonaron, salía a fiestas de promoción con los del barrio y basto con que sacara a bailar a la nena más simpatica, le hiciera el habla para ser llamado por sus amigos como el osado, el aventado, el que la hizo, Abel se convirtió en el tan ansiado “Popular”.
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La cosa mejoro la semana siguiente, la chica conquistada el sábado se apareció a la salida del colegio, el síndrome de la popularidad que le era adversa en el colegio parecia sufrir un reves inesperado para sus asombrados compañeros pues tenían en Abel, el gancho perfecto.
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Algunos empezaron a andar con Abel en el colegio, jugo algunos partidos, Abel hacia un par de goles cada recreo, aprendió a lanzar el trompo y cocinarse varios, colecciono las canicas ganadas los viernes al salón contiguo, la antipatía generada en otros salones lo llevo a salir pocas veces airoso en pleitos y broncas, pues sus amigas, que para ese entonces serian muchas, lo defendían. Cada tarde Abel llegaba del colegio y ensayaba frente al espejo una mirada retadora e irónica, tanto ensayó que saco miles de gestos que podían hacer reír como sospechar de que estaba molesto o que tramaba, agudizo su ironía tratando de hacerla indestructible, Abel era invitado, con tarjeta personal, a todas las fiestas de promoción, era el esperado en las fiestas sociales y el primero en ser llamado para encabezar al grupo de jovencitos que deberían coger el bouquet en los quinceañeros, había aprendido a bailar de manera coqueta, rítmica y graciosa, iba a los campeonatos de fulbito alentados por las enamoradas de los demás, a tanto llego que el auxiliar lo agrego a la escolta del colegio y participar en cada desfile, las chicas iban a alentar al colegio y quizás a Abel. Cada vez que Abel conversaba con alguien siempre tenia que saludar a alguien, -oe cholo tu te conoces a todo el mundo ¿no?-, Abel sonreía y con el aire inflándole el pecho decía -no, ellos me conocen a mi- y sonreía a medias, Abel se sabia único.
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Mucho tiempo después, mientras sus amigos del colegio recordaban sus momentos en el aula y revisaban fotos de la fiesta de promoción, notaron que en ninguna salía Abel y pensaron en él, Abel llego tarde a la reunión y saludo a todos con poca efusividad, con algunos tragos de más Gerardo le dijo que le hubiera gustado conocerlo más, Abel sonrió con aire irónicamente cachaciento -tuviste once años- Gerardo sonrió avergonzado y brindo por él, Tatiana le pregunto si había estado con su prima, él asintió con la cabeza sonrió -todas sus amigas te conocen ¿no? coqueto- le dijo, -seguramente- finalizó Abel otra vez con su sonrisita que desquiciaba, Mariana le dijo al oído mientras bailaban que siempre le gusto, Abel la miro como diciéndole “por favor no jodas pues, hace 5 años que salimos y vienes a ilusionarme con ese chiste viejo, ya pues”, ella esperaba una respuesta, -lo siento ya tengo enamorada- y dejo de bailar con ella. Abel fue conociendo otra gente, fue casi siempre el centro de atención, era difícil tener una reunión sin la presencia de Abel, gustaba su manera de bailar, la coqueta y zalamera manera de congeniar sus pasos con la música, la confianza con que ponía las pilas y su dinero para otra ronda de cerveza, la traviesa mirada para ir al acecho de la simpática de turno, el beso en la esquina de la barra, el número telefónico escrito en una servilleta y la destreza para ser entregado en las delicadas manos de aquella musa -llámame-, la mirada hacia el grupo que sonreía a lo lejos, “la noche es tuya Abel”, su divertida popularidad acompaño a Abel, en muchos momentos de acierto y desaciertos, el mal concepto y la buena onda, la astucia y la infidelidad, el amor y el engaño, el mundo perfecto para un Abel que vive pensando en un futuro de tranquilidad, con esa popularidad que lo mantiene impermeable -no les puedo gustar a todos… no se hagan problemas, la indiferencia hace sabios y la envidia ignorantes… Arrastro una cruz que es hacerle daño a la gente que más quiero sin el menor motivo solo por querer ser como quiero ser-

jueves, abril 12, 2007

El lado bueno de una mala noticia

Sandro y Micaela llevaban algo más de un año juntos, ella era una agraciada chiquilla de 14 años, cursaba el cuarto de secundaria, le gustaba las matemáticas, sacaba siempre dieciochos, mantenía un comportamiento ejemplar, casi siempre diecisietes y vivía contemplando el calendario para su decimoquinto cumpleaños, Laura su hermana mayor había movido cielo y tierra para que el quinceañero se haga realidad, quería darle a su pequeña hermana la tan ansiada fiesta que nunca tuvo.
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Mientras tanto Sandro, un jovencito de 17 movía otro pedazo de cielo y tierra para comprarse un terno decente, Fausto le había conseguido una chamba en una cabina de internet, donde le pagaban 30 soles semanales, los guardaba en una caja de zapatos, ya llevaba noventa y cinto soles con ochenta céntimos, había visto un terno azul marino en una tienda de varones, estaba de oferta pues venía con una corbata del mismo color de regalo y una camisa beige, ahorraba para comprarse los zapatos un par de calcetines, el sujetador de corbata, en fin algún detalle más que se le este pasando y un ramo de rosas que tanto le gustan a Micaela.
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Micaela había pasado todo el fin de semana previo a su quinceañero repartiendo las invitaciones, medio barrio estaba invitado, lo mismo sus amigas de colegio, amigos en común, chicos del club de fútbol donde jugaba Sandro, el local, el dj, las luces, la lista del buffet, la lista de temas musicales de moda que estarían amenizando el evento, todo iba quedando perfectamente bien.
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Sandro y Micaela caminaban por el malecón, tomados de la mano, Sandro no había pensado en un regalo especial, pero tenia muchas cosas en mente pero no se decidía en que, Micaela caminaba tranquila y sonriente con las ocurrencias de Sandro, el aire agitaba sus cabello, abrazada del cuello de Sandro, se besaban sin mucho movimiento, se daban esos besos tiernos, dulces, medios mexicanizados, Micaela no se lo decía pero esperaba que Sandro le dijera de que se trataría su regalo, Micaela esperaba con muchas ganas el regalo de Sandro pues su relación había empezado de manera tormentosa y abrupta, quería que sus enemigas que pusieron tantas trabas a su relación se sintieran arañadas, por decirlo así, del amor que había entre ellos.
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Besos van y vienen, los abrazos y latidos del corazón se vuelven ligeramente más rápidos, el movimiento de cabezas y labios se hace mas notorio, y el sobre salto de Micaela no se hace esperar, mirando a Sandro con los ojos medio llorosos, le dice “no estoy preparada para esto”, Sandro la mira, acaricia sus mejillas y la besa en la frente y caminan de vuelta a la casa de Micaela.
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Durante el recreo en el colegio de Micaela conversaba con sus amigas de con quienes irían a su quince, Sonia solía ser muy bromista y alegre pero esa tarde tenia una sonrisa de oreja a oreja, sus curiosas compañeras, no tardaron en preguntarle a que se debía tanta risita, Sonia empezó a contar lo ocurrido la última noche con Tomas, “la noche era precisa para contemplar las estrellas de cerca” filosofó Sonia, las chicas hicieron el estruendo de sus voces chillonas, Micaela presto atención a los detalles específicos que describía Sonia sobre su desvirginal noche, sentía que no parecía tan riesgoso, pensó que quizás eso era su regalo, quien más que Sandro para ese momento.
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Durante varios días lo pensó hasta que se lo propuso a Sandro, él lo pensó los días siguientes y Fausto lo animo asolapadamente, Sandro ya tenia su terno y los zapatos, -lo que sobraba podría alcanzar- se dijo, entonces concreto con Micaela encontrarse a la salida del colegio, iban por la calle, caminando sin apuros, casi sin hablarse, entraron uno por uno a un hostalito en el que entraban de cualquier edad, Sandro dejo en la recepción su libreta militar, el tipo le dio un rollo de papel higiénico, y los llevo hasta una habitación en un segundo piso, los hizo pasar, Sandro cerro la puerta con pestillo, encendió la luz y corrió las cortinas, Micaela estaba parada a lado de una cama de sabanas blancas, se miraron -si no quieres hacerlo esta bien- dijo Sandro, Micaela dando señas de estar lista deja su chompa de colegio a lado de su mochila, se acerca a Sandro -te amo- le dijo y empezó el acercamiento, el roce, el desvestirse, deshacerse del uniforme, del polo, el choque de sus menudos cuerpos, la piel suave de la niña, que empezaba a convertirse en mujer, el beso profundo, el primer gemido, leves gotas de sudor, el movimiento torpe de la primera vez, el enlace de los dedos, la caricia de los pechos, la aspereza de la piel masculina, la piel roja, los labios hinchados, las piernas abrazadas a las caderas, la mordida de orejas, las lenguas entrelazándose, el estrujar las almohadas, la respiración agitada, una y otra vez, hasta que el orgasmo se emparejaba en ambos, las miradas clavadas como si el flechazo eterno los atravesara para siempre.
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El quinceañero se realizó con mucha expectativa y entusiasmo Micaela y Sandro bailaron juntos casi toda la noche, celebraron el paso de niña a mujer presentada en sociedad, medio barrio fue, medio colegio asistió.
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Sandro y Micaela tuvieron relaciones las semanas siguientes, Micaela salio embarazada, tenia un mes de gestación, tenia pensado deshacerse de tan enredoso momento, no podía soportarlo y mucho menos mantenerlo, a espaldas de Sandro solucionaría este embrollo pero media familia puso el grito en el cielo y la persecución a Sandro se volvió más acérrima, sin embargo Sandro fue y enfrento a la familia de Micaela, y asumió toda su responsabilidad, el padre de Micaela la echo de la casa, Fausto albergo a Sandro y a Micaela, Sandro trabajo a doble tiempo, aprendió a manejar y consiguió un trabajo en una ruta de colectivo, ayudo a pagar los gastos de la casa donde vivía, sin embargo Fausto no se atrevió a cobrarle nada, sus compañeras de Micaela iba a verla y acariciar su panzota, su hermana fue la única que comprendió la situación y le organizo un baby shower, Fausto le regalo una consulta para hacerse una ecografía, descubrieron que iba a ser niña, Micaela ya no se sentía sola, Sandro pudo ahorrar lo necesario durante nueve meses, la pequeñita se convirtió en la engreída de las chicas del colegio que todas las tardes a la hora de salida iban a verla, Sandro consiguió otro trabajo y pudo rentar un cuarto para su nueva familia, Micaela pensaba que esto no duraría mucho.
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La bebe sigue creciendo junto a sus padres...

martes, abril 10, 2007

El sueño de Sally

Sally es una chica linda, tiene un no se que, que la hace ser diferente a las demás, no se molesta, siempre esta sonriendo, saluda a todo el mundo, firma autógrafos, se toma fotos con sus fans, responde alas preguntas de los periodistas, sale a comprar a cualquier tienda, aún viaja en bus, camina por la calle, fuma y bebe licor en discotecas, baila normal y baila bien, las demás chicas la envidian o le tienen cólera, pero ella no se inmuta ni hace nada para que la gente sepa que esta ahí, no tiene enamorado, pero desde hace un mes desde que salió en la telenovela esa, la prensa la a convertido en toda una revelación.
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Sally vive a pocas casas de la mía, tiene 19 años, tiene un cuerpo fabuloso, como dice Toto, tiene todo en su lugar, la conozco desde niña y siempre quiso ser actriz, de niños jugábamos a que éramos novios y que venia a recogerla a su “residencia” en mi Mercedes Benz del año, bueno en esa época era una bicicleta montañera color azul y la paseaba por el malecón de Chorrillos como todas las tardes después del colegio, nunca nos besamos pero cuando regresábamos al barrio las demás niñas le preguntaban y ella mentía “por supuesto, los novios se besan” yo sonrojado asentía con la cabeza, las niñas sonreían todas picaras.
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Años más tarde me anime a decirle que me canse de jugar a ser su novio de mentira y que ya era hora de que fuese de verdad, ella abrió sus enormes ojos pardos, sonrió y me dijo que no, sin embargo seguimos siendo novios para los demás, una suerte de premio consuelo para tan humillante momento.
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Sin darnos cuenta dejamos de salir, mi bicicleta se oxido en el olvido, el malecón se volvió peligroso y Sally se hacia una señorita, termino el colegio y estudio teatro, tres años después era la antagonista de una novela juvenil, su natural belleza y simpleza para actuar, la colocaron en las portadas de las revistas femeninas, convocada por dos directores de cine renombrados, tuvo una novela y tres miniseries, Sally empezaba hacerse un camino, aparecía en muchos programas de televisión, en entrevistas, en los periódicos y en todos su sonrisa, le inventaban un romance y volvía a sonreír, asumía con gran carácter su popularidad, sabia que era famosa, a donde iba era reconocida, “las poses de diva no van conmigo, creo que si una persona esta en este ambiente debe de asumirla como debe de ser, sabiendo a lo que se enfrenta” dijo en una entrevista a un conocido conductor.
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Me había convertido en su compañía total, tenía que soportar a señoras que le aconsejaban, le meñiscaban las mejillas, a tipos mañosos que solo le miraban el trasero, a cobradores de combi que soltaban escandalosos besos volados, o transeúntes que decían algún desenfadado e irreverente piropo, y Sally como siempre solo sonreía.
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Y lo soportaba porque había algo en Sally que me seguía llamando poderosamente la atención y me volví a llenar de valor, para decirle a la chica de la tele lo que sentía por ella.
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Una tarde mientras comíamos helados y firmaba autógrafos o levantaba las manos saludando a alguien, me anime a decirle, ella volvió a sonreír y me dijo que lo pensaría, porque la eterna amistad de nosotros no podía romperse.
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Días después fui a recogerla a una de las tantas grabaciones que tenia, algunos actores salían de un taller donde había maquetas y escenografías, Sally estaba grabando una película, por alguna razón no me dejaba ver como grababa, esa tarde me dijo que si queria ser mi enamorada, que estaba dispuesta a darse una oportunidad, pero me advirtió que por nada del mundo dejaría su vida de flashes, micrófonos y popularidad, nos besamos y salimos rumbo a su casa, comimos algo por el camino, compramos cigarrillos y caramelos, caminamos de la mano, viendo el atardecer, y por supuesto viendo el acecho de las diversas personas por un autógrafo.
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Medio año después me dijo que quería viajar y relajarse, sorpresa la mía pues a pocos días del estreno de su película salir de viaje no era lo más recomendable o más bien lo más extraño, pero para no desairarle termine por acompañarla, pasamos un mes entero en un pueblito al norte de Lima, descansando del bullicio capitalino, de los flashes, micrófonos y su popularidad.
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A fin de mes Sally no pensaba regresar a Lima, que se había hartado de la fama y la aglomeración de las personas hacia ella, decidí acompañarla un tiempo más.
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Mientras nuestra estadía se alargaba decidimos establecernos en el pueblito aquel, compramos algunas cosas y para darle una sorpresa compre un dvd, de su última película, cerro los ojos y encendí el televisor, su rostro se lleno de vergüenza y yo sin poder entender nada empecé a ver las escenas del film que duraba hora y media, Sally era la protagonista, de corte erótico, Sally mostraba sus hermosas curvas en pantalla, se le veía llevada por un falso placer, una vulgar imitación de orgasmo borraba la imagen de la niña prodigio de la televisión peruana, aquella chica que sonreía a todos era sometida por diversos hombres escena tras escena, Sally lloraba inconsolablemente, sin saber que decir, solo avergonzada, una película sin argumento donde mostraban a una joven descubriendo su sexualidad, sin un guión, sin un texto, solo gemidos y gritos desgarradores, Sally salió de allí con rumbo desconocido.
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Tiempo después me entere que había viajado a los Estados Unidos para conversar con los mismos productores de su última película… Sally se convertió en una famosa estrella porno, negó ser peruana en repetidas veces y gano muchos premios… ví muchas de sus películas y en cada una note que extrañaba ser una buena actriz.