viernes, mayo 02, 2008

Yo confieso

Confieso que en noches como esta deseo fornicar tu cuerpo en cada parte y ángulo de tu desnudez, encapricharme con tenerte y contemplar tus ojos con la maliciosa intención de conservarte por esta noche, esta noche que deseo que se torne inmensa, eterna, inacabable.
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Confieso que en meses como estos extraño a la gente de mi barrio entroncharse un porrito que abandone por que no me dejaba estudiar, días en que después de jugarnos un fulbito usurpábamos la paz de un parque cercano para conversar y tomarnos un vino añejo que quedo de alguna fiesta, y carcajearnos hasta media noche, esperando valientemente a que la policía llegue para correr a escondernos detrás de los árboles o de los arbustos ya crecidos de aquel malecón.
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Confieso que extraño conversar contigo y reírnos de alguna ocurrencia, pero que sin embargo me engalanaba con mirar tus piernas y desear acariciarlas tan solo por comprobar si son tan suaves como las presiento.
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Confieso que he tenido la debilidad de desear a otra persona que no seas tú, de serte infiel otra vez, de ocultarme en esa exquisita sensación prohibida de dos cuerpos desnudos y la adrenalina de no decirte que hice aquella noche.
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Confieso que me gusta amar a alguien musicalizada con música árabe, de utilizar tu cuerpo como un instrumento oriental que me regalen notas musicales que se inspiran en tu cuerpo, o enfrascarme en algún tema de Coldplay.
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Confieso que he timbrado a tu celular miles de veces tan solo para que sepas que estoy ahí, que te preguntes que querré, que sepas que conservo tus mensajes antiguos y que por alguna razón no las quiero borrar.
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Te confieso que miro tu hi5 de vez en cuando con la intención de saber que estas bien, que quisiera escribirte algo que te motive a buscarme, que en verdad guardo muy en mi inconciente esa deliciosa sensación de poder tenerte una vez más, de darte un beso prohibido, de tomar tus manos, de perturbarte con la mirada, que entiendas mi lenguaje, que me acerque más de lo debido, que sepas que pretendo conseguir de ti.
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Confieso que me cuesta olvidarte porque me enseñaste a ser infiel a los terceros y serte fiel en muchos aspectos de nuestra vida, que tu sola mirada hace detenerme y no pensar en nadie más.
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Confieso que mi amigo aún me considere a pesar de que le he sido desleal, o más bien, le hemos sido desleal, que siempre me cuente los problemas contigo y que coincidentemente sea yo el artífice de su sospecha por tu infidelidad.
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Confieso que extraño la universidad, por la gente que compartió conmigo su vida y se extraña esos días prvios en que los parciales se tornaban multifacéticos, los trabajos en grupo terminaban con una botella de ron mezclado con Coca Cola y cajetillas de cigarro, amanecidas interminables de tertulias, conociendonos más, futuros romances pasajeros, encerronas en el sanitario, sutiaciones pecaminosas que se fabricaban entre las 3 o 4 de la mañana, olvidándolo al día siguiente y recordándolo nuevamente en otra trabajo.
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Confieso que he usurpado la habitación donde pernocto, o donde pernocta mis padres, que en mis sueños te recuerdo en esa habitación, que recuerdo que se llenó de luz una noche en solitario, y que nos entregamos en cuerpo y alma por nuestra travesura mediática.
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Confieso que he tenido ganas de llamarte, de decirte que quiero verte, que quiero salir contigo, pero te confieso que la privación que tienes, se ha puesto como una muralla frente a mi, y me disfraza de temor, impotencia, de que extraño verte y mis noches sabatinas dejaron de ser las mismas, confieso que siento, que quieres pedirme cosas prohibidas, que te enseñe a ser infiel, que cuando me miras de lejos me pides un beso telepático, que cuando he bailado contigo sientes que exploro tu cuerpo como una serpiente en medio del Sahara.
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Confieso que deseo a mi mejor amiga, y a pesar de mis subliminales comentarios hacia ella, siempre me regala una sonrisa creyendo que son bromas en doble sentido, aunque confieso que me pervierto con otra, que además hay una chica que me busca y desea una aventura, el problema es que yo no, que la peor enemiga de mi ex quiere enseñarme su última lencería, que por cierto… le queda muy bien.
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Confieso que tengo muchas cosas que decir, aunque se que Dios me las perdonará, pero creo que volveré a caer… a veces me pregunto si hay un cielo o un infierno para mí.

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