miércoles, diciembre 10, 2008

Lo que no puedo decir

Mi profesor de opinión pública decía que escribir era una terapia que ayuda madurar ciertos aspectos, por un lado aflora la capacidad lingüística literaria que permite a aprender a escribir bien o medianamente entendible, por otro juega con la imaginación de quien lo lee, transporta al escenario imaginario del texto, mezcla la realidad con la fantasía, eres lo que eres, lo que no eres y lo que quieres ser; al fin y al cabo nadie sabrá a ciencia cierta que es real o no… A la semana de haberle enseñado mi primer escrito para que lo corrija me dijo “Usted es muy hábil, un manipulador empedernido; usted puede acostarse con la mujer de su enemigo”… si bien es cierto escribir para mi es una terapéutica y antiestresante catarsis muchas veces hay cosas que no puedo o más bien que no me atrevo a decir.
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Por ejemplo que no puedo dejar de ser sincero con mis amigos porque me han acostumbrado (o malacostumbrado) a decirles las cosas sin tapujos, sin guardarme nada, quizás me halla ganado antipatía entre ellos pero no he dejado de ser sincero, porque yo valoro su amistad como una política japonesa de lealtad y honorabilidad, dispuesto hacerme el harakiri por la verdadera amistad; he sido duro con ellos por mi manera de ser pero jamás he dejado de apreciarlos y considerarlos importantes, porque he aprendido de todos y cada uno de ellos, de sus bromas y comentarios fuera de lugar, de su gracia y sus borracheras, de los del barrio, los de la universidad, los del trabajo, del amigo con quien me fui de manos y de la amiga con quien me fui a la cama, de los verdaderos amigos y de los amigos fugaces… a todos ellos que me ha costado pedirles disculpas o aceptárselas, pero que sin embargo no me he forzado a romper el código de honor.
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Decirle a Carola que hay días en que necesito de ella, ir al cine era nuestra máxima distracción antes de irnos a la cama y develar su blanqueado cuerpo y engancharme con sus enormes ojos claros, conversar con ella de lo que sea era sumergirse en una tertulia interminable, sernos francos y sinceros era otra particularidad, aunque leves sensaciones de celos me abordaban cuando me hablaba de alguien, imaginar su cuerpo sobre otro que no sea el mío es por momentos perturbante, adorar su espalda y ese coqueto lunar ubicado estratégicamente donde no debe, su beso apasionado y profundo, la manera de explorarme con sus manos acompañados con armonía por todo su ser; extraño por momentos a Carola aunque sea para embutirnos un pollo a la brasa, las salidas al cine, las conversaciones directas… he pensado que las películas que ahora veo sin ella ya no tienen sentido.
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Extraño a Mila a veces, extraño su sonrisa más que su cuerpo, huir del ruido, caminar con ella, dormir con ella, contemplar su cuerpo mientras dormía, escucharla por teléfono todas las noches, leer sus mensajes de texto, contemplar sus fotos en el hi5, encerrarnos en algún hotel, amarnos en secreto, desearla mía… pasar tanto tiempo juntos en la clandestinidad, escondiéndonos… después de varios meses que he dejado de desearla y de pensarla me ha dado la nostalgia de saber de ella, aunque nos hemos despedido con un hasta luego que tiene el sabor de un adiós pero para siempre.
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No puedo decirle a July que me encanta de manera extraña, me encanta porque tiene una coquetería asolapada, porque me acusa de mirarla me manera tentadora (yo pienso que es al revés) aunque creo que es reciproco, coquetería de mujer fatal que solo pretende un beso y de la que me invita a finiquitarlo en el acto; asolapada porque solo es capaz de decirme a manera de verdades lo que siente en un estado etílico moderado (al menos puede mantenerse en pie) decirme cosas al oído que suenan deliciosamente a pecadillo, “que más da un beso” balbuceó ella una noche… y aunque ella tenga pareja y yo me zurre en eso, su beso quedara pendiente y aunque me he resistido en varias oportunidades estoy pensando pasar la frontera de lo prohibido, de lo que esta mal, una insinuación más y no la perdono.
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No puedo decirle a Rebeca que lo nuestro va a funcionar, porque me he atrevido a romper con la amistad de años por aventurarme a creer en algo que por momentos es confuso y angustiante; Aunque no estoy seguro de cómo vayamos quiero empezar a creer en lo que me motivo a decirle que sea mi compañera en esta etapa de mi vida, decirle que quiero confiar como ella lo hace, que deseo conocer más esa sensación que ella tiene hacia mi cuando me mira, decirle que me contagie de ese entusiasmo que ella irradia cuando habla de mi y me presenta a sus amigas como tal, no me atrevo a decirle que me encuentro dubitativo por temor a perder ese “te quiero mucho” y esa amistad añeja, confesarle lo que verdaderamente me mata y lo que en realidad siento, temo romperle el corazón… quiero hacerme la idea de que funcionara, aunque tenga en mente otras cosas y otra persona.
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Quisiera decirle a Camila que en estos años la distancia nos ha ganado varias batallas pero no la guerra, que nuestras discrepancias a veces han sobrepasado los limites de la tolerancia pero que esa manera tan suya de ser me demuestra ser una mujer fuerte y grandiosamente aguerrida, que la he soñado mía y que las cosas que nos hemos dicho han sido de lo más prohibidas, hemos roto las leyes de la gravedad, nos hemos poseído imaginariamente los diversos paisajes de resto del mundo, hemos atracado el ascensor de la Torre Effiel, hemos inclinado aún más la Torre de Pisa, hemos sudado en el interior del Taj Majal, hemos fornicado debajo de las cataratas del Niagara, nos hemos enarenado en el Sahara, hemos derretido la punta del Everest y nos hemos hecho dioses incas por el laberinto de Macchu Picchu; quiere darme 3 de los 4 hijos que piensa tener y darme la oportunidad de que me llamen papá, de levantarse todos los días de su vida a mi lado, de prepararme tallarines rojos con papa a la huancaína, quiere que me siente con su padre a ver a la “U” ganar algún clásico y que nos juntemos con mi viejo para alguna pichanguita, quisiera decirle que eso podría ocurrir siempre y cuando ella pueda estar cerca… lo demás quien sabe… solo ella y yo.
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Mi profesor de opinión pública decía que escribir es la expresión de lo que queremos y no queremos, de lo que anhelamos y nos damos el lujo de desperdiciar “no siempre es bueno escribir todo lo que se te ocurre, deja que la imaginación del lector fluya… nunca digas lo que tengas que decir… di lo que no puedas decir”… gracias profe.

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