viernes, diciembre 26, 2008

Mi carro, el escarabajo

El primer auto que vi en mi vida fue el entrañable wolsvagen azul marino de mi padre, el tierno escarabajo de los ochenta era fuerte, familiar, incluso coqueto; de frente hacia parecer que te sonreía; con sus enormes faroles, el arqueado parachoques, la tapa ovalada y su diseño redondo daban la sensación de que era una rostro que se contentaba con transportarte; el chasis azul le daba un toque de elegancia por esos años y su infraestructura lo hacían portentoso, indestructible, inquebrantable, intocable; ningún rasguño, ningún choque, netamente impune… cuando niño tenía la fantasía de que el wolsvagen era mi bumblebee personal y que en cualquier momento se transformaría como en la famosa serie de los dibujos animados; sin embargo fue en el noventa que los amigos de lo ajeno encañonaron a mi padre y se llevaron para siempre el wolsvagen azul; perdimos al indefenso escarabajo, que probablemente fue desmantelado en algún garaje clandestino robándole la sonrisa del parachoques y robándome quizás la posible herencia de mi padre.
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Aprendí a manejar el wolsvagen azul a los 12 años con cierta maestría, aunque al principio mi padre perdía la paciencia por mis agitados giros a lo James Bond; mi torpeza al estacionarme en paralelo y ni que decir en vertical; hasta que una tarde lo cogí con la seguridad de manejar con sapiencia y mesura, mi padre se quedo dormido durante el viaje mientras manejaba desde Chorrillos a Miraflores ida y vuelta, sorprendido me dijo que ese carro algún día seria mío, pero como dije ese sueño se frustro.
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Dispuesto a seguir con la dinastía decidí comprarme un wolsvagen con mi primer sueldo, me tomo tiempo ahorrar para lograr juntar lo necesario para un escarabajo ochentero; me dispuse a convertirlo en mi inseparable compañero hasta que pueda conseguir algo mejor. Durante dos semanas me pase buscando un auto que ya no se veía por las calles, era obvio; estaba en un nuevo siglo y los escarabajos ya eran reliquias, no los vendía por ningún sitio, la empresa alemana creadora de tan simpático móvil modernizo sus autos haciéndolos más sofisticados… pero una tarde un brilloso chasis negro asomo por una calle con un cartel en venta, el escarabajo, quizás el último en su especie, podía ser mío y emular al desaparecido azul marino de mi viejo.
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1350 dólares desembolse por el, lo estrene ahí mismo recorriendo las calles de Lima, tuve que darle alguna mejora, le cambie el timón por uno en forma de cadena, los asientos de terciopelo, arreglar el aire acondicionado, ponerle llantas tipo de carrera, polarizar las lunas y poner un equipo de sonido con mp3, usb, radio, etc., poco a poco el antiguo wolsvagen no tenia nada que envidiarle a los modernos autos que paseaban por la ciudad.
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Tener un carro no es un lujo, es una necesidad; (dicen) aunque te distorsiona la imagen de alguna manera, eleva tu ego, te vuelve más popular, más requerido, los que antes no te hablaban ahora quieren ser tus patas, la chica que no te hacia caso ahora se moría por saber de ti, además de que pretendan usarte de chofer; mi wolsvagen se convertiría a partir de entonces parte de mi.
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El escarabajo color negro azabache se desliza por la vía expresa a 60 kilómetros por hora superando a los audi del año, su rugir clásico se entre mezcla con la música de la radio, Carola me dice que es un reliquia automotriz renovada pero si sirve para movilizarse en buena hora... Milagros no me dice nada pero le encanta conversar conmigo, reclinarse mientras manejo, cruza sus piernas perturbándome al volante y hacerme el amor; el wolsvagen se convierte en mi cómplice una noche romántica mientras la poseo en el asiento de atrás... Verónica me asegura que jamás se subirá en una carcacha que podría quedarse botada en plena vía expresa en hora punta, prefiere el carro de Ramiro, un Hyundai del 2007 espectacular, pero que me quita el significado sentimental que representa el wolsvagen en mi vida, además de tener una carrocería que al mínimo roce quedaría arañado de por vida.
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Mi jefe me dice en son de broma que me aumentara el sueldo para comprarme un carro decente, por su parte la secretaria de mi jefe (que dice admirarme por las cosas que escribo) me cuenta que una vez en la Costa Verde tuvo sexo en un escarabajo, que termino por desengancharse el freno de mano y fue a parar al mar; reímos juntos, coqueteo con ella diciéndole que a mi wolsvagen no se le desengancha nada, coqueta me dice que tendría que comprobar mi enganche... Mi madre esta contenta con el carro, es pequeño, útil, familiar, además de que le recuerda a mi papá, soy su chofer los fines de semana cuando visita a unas monjas con quienes colabora... Valeria ahora me saluda, antes yo era un desconocido, me dice que le apasiona los escarabajo especialmente los de color negro, de timón en forma de cadena, de lunas polarizadas y neumáticos gruesos, dice que hace ver a los hombres más interesantes y agresivos, le digo que ojala que encuentre a un hombre con esas descripciones y por supuesto interesado en ella.
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El policía que me detuvo la semana pasada me dice que un carrito como este ya no debería de correr tanto como si fuera un Ferrari así no tendría que pagar una multa de 35 soles por correr en una calle de 20 a 40 Km... Un rasguño en el chasis hecho con una llave por el lado derecho es una muestra de lo molesta que esta Lina por no haberla llamado el último fin de semana, no me sorprendería que me rompa una luna la próxima vez... Fermín, Carlos, Julián, El Veco y yo nos tomamos unas cervezas un verano en la playa La Herradura por la noche, hasta donde llegan las féminas más calurosas de Lima para bailotear en los locales que están frente al mar, con sus brevísimas faldas, sus ajustados bodys y su piel sexy bronceada... por esos días vuelvo hacerle el amor a Milagros una noche en el Morro Solar, teniendo como paisaje la gran Lima iluminada.
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Un chofer de combi me cierra el paso una tarde, me adelanto cerrándole también el paso, se genera una carrera improvisada, la combi se me adelanta y frena de golpe diciéndome improperios, el cobrador baja haciéndome pelea, se genera un conato de bronca donde termina con la nariz rota mientras yo tengo el pómulo hinchado además de una denuncia en la comisaría por alterar el orden y generar un tráfico de mierda... La luna trasera esta rota hecha añicos, una piedra descansa en el asiento trasero… gracias Lina yo también te quiero mucho... Carola huye de su casa por problemas y pernocta en el carro durante tres noches… vuelve a ser mía esos días.
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Una tarde mi wolsvagen termina en la comisaría, con la tapa delantera zafada de su lugar, la parte de adelante esta inservible, las lunas rotas, los ejes desencajados, el tablero roto incrustado en el asiento delantero sin espacio para el chofer, el techo hundido a mitad de cuerpo, los asientos aflojados y yo con contusiones de tercer grado, hematomas, cortes, lesiones, costillas rotas y vivo de milagro.
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Cuando volví a verlo estaba siendo llevado al cementerio de vehículos, donde lo descuartizarán en busca de algo que sirva y luego convertirlo en chatarra, el wolsvagen se fue llevándose mis recuerdos, murió salvándome la vida quizás para volver a tener otro escarabajo.

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