viernes, enero 12, 2007

Almorzando con mamá

Mi madre decía siempre “el día en que vivas solo por lo menos tienes que aprender a cocinar” y aunque había hecho algunos experimentos cuando vivía en casa nunca le llame a mis experimentos “cocinar”.
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Ya tenia un mes viviendo en un departamento que me costo un ojo y medio de la cara pero que valía la pena porque tenia el espacio necesario y estaba bien distribuido a mi antojo, mi madre me estuvo llamando repetidas veces para venir a visitarme, situación que me conmovía enormemente, pero que sin embargo me llenaba de pavor tener que mostrarle tremendo desastre creado por su hijo, bueno… nunca fui muy ordenado así que dije “ordeno un poco las cosas y la invito a almorzar”, “mejor cocínale” me decía Laura “tu madre se va a sentir muy contenta al saber que lo hiciste tú”, Laura tenia la particularidad de siempre llamarme a reflexión, con una mirada tierna y picara pues su momento reflexivo no era otra cosa que acercarse a mi madre, eso era de hecho.
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Decidido a cocinar por primera, única y última vez, compre un librito de comidas y variados platos, después de revisar varios platillos me decido por los tallarines rojos con papa a la huancaína que por supuesto a mi me gustan y a mi madre le gustaba cocinármelos así que después de tantos años de ser un comensal compulsivo de los tallarines rojos con su infaltable plato huancaino pensé que podría conmover a mi madre con tal delicia.
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Laura me acompaño hacer las compras, inexperto yo, escogía zanahorias y tomates que Laura se encargaba de devolverlos por su mal aspecto, lo mismo pasaba con la lechuga americana, las papas, el ají, el pollo, etc.
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Armado con algunas ollas que Laura hurto de su casa me dispuse a preparar según la receta y algunos recuerdos de mi madre, mientras Laura lavaba minuciosamente las papas y remojaba en agua la lechuga, yo cortaba los tomates y las zanahorias y las ponía a licuar, Laura me iba diciendo de cómo preparar el aderezo para hacer la salsa roja con el pollo y hacerlo más espeso que la manera de bajarle el acido era echándole un poco de azúcar, mientras la licuadora deshacía los tomates y zanahorias jugaba con ella mordiéndole las orejas que solían desconcentrarla, pidiéndome por favor que la dejara cocinar pues echaría todo a perder.
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Nuevamente reviso el libro de recetas y me dispongo a hacer la crema amarillenta que acompañaría a las papas que hervían con sal en la hornilla contigua, medio tarro de leche, la mitad de un queso fresco, ají amarillo obviamente sin las letales pepillas, galleta, sal, pimienta y alguna cosilla más que Laura se encarga de echar, nuevamente con la mirada tierna y picara, convencida de conquistar a mi madre.
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Dando el tramo final parto los fideos y los hecho en el agua hirviendo “mi madre nos sancochaba huevos”, le dije “échale pues”… tres huevos brincaban de un lado a otro en el fondo de la olla, como jugando con las burbujas, “tres minutos más y listo” decía Laura mientras ponía la mesa, buscaba un vino borgoña algo dulzón para acompañar mi primer almuerzo, en mi costosa casa, con mi única mamá y la enamorada del momento.
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Mi madre no tardaba en llegar, la mesa estaba puesta la comida se mantenía caliente y aguardando, las copas exactamente servidas y la Inka Kola helada, el intercomunicador suena y Laura contesta “ay perdón me equivoque” dice mi madre al otro lado, “no señora es aquí” me asomo a la ventana y mi madre sube al segundo piso, le abro la puerta y le doy fuerte abrazo y un beso en la frente “hola hijito… pero que es esto que tal desorden” y la miro a Laura que sonríe ante el comentario de mi madre, ella -siempre mal pensada- la mira extrañada a Laura dándole un hola a secas, luego me mira y hace un gesto como diciéndome “uh que abran estado haciendo” y le invito a sentarse, pregunto por mi papa, mi tía, mi abuela y mi hermana, conversa poco mirando de reojo a Laura, hablando quedito como si conspirara contra ella “¿que hace esta acá?”, “ya vas a empezar” y se queda callada, Laura que esta media advertida ante el comportamiento de mi madre se traga los leves comentarios de ella sin inmutarse “siéntate Laura, yo sirvo” dije invitándola de pasada que conversan más, no lo hacían desde la última vez que estuvo para el cumpleaños de mi padre, saco los platos y coloco la fresca lechuga encima las papas sancochadas, pongo los tallarines y los baño con la salsa roja y pongo la mejor presa para mi madre (mi madre y Laura acaban de reír) sirvo la crema sobre las papas y la convierto en papa a la huancaína, descascaro pacientemente los huevos sancochados y los acomodo a un lado de los platos ya servidos, los llevo a la mesa y noto que las copas están ya bebidos “el vino esta rico hijo que es ¿borgoña?” y le sonrió, Laura me guiña el ojo al parecer se la gano, “uy que rico… ¿tu lo has hecho?”, “bueno si” conteste timido. Laura se disponía a comer cuando mi madre la quedo mirando, “vamos a bendecir los alimentos hijita” sonrojada dejo el tenedor y junto sus manos e imito a mi madre en su santa posición, “ahora si a comer” dijo y sonrió.
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Me imagine que las criticas no se podía hacer esperar así que solo me quedo esperar “esta rico ya, pero esta muy dulce para mi gusto, creo que debiste haberle echado poca azúcar, y el pollito falto cocinar un poquito mas, debes de dejarlo unos 15 a 20 minutos para que se cocinen bien (mi madre partió el huevo y puso la yema en mi plato) tú sabes que no como eso por mi colesterol… ¿Qué lechuga es? No es americana ¿no?... porque tiene que estar crujiente, cuantas veces te he dicho que la lechuga se lava con unas gotitas de lejía para matar los gérmenes y mira… se te paso un cogollo (y hace a un lado toda la lechuga) uy la papa aún le falta un poquito cocinar (no duda en sacar también la papa haciendo a un lado la crema, prueba la crema) esta un poco aguada tienes que echarle un poco más de queso (prueba un poco y lo huele situación que llega al borde de incomodarme más de lo debido) uy tiene mucha galleta, con razón esta media desabrida (mi madre se levanta de la mesa y lleva su plato a la cocina, tomo un gran sorbo del vino para relajarme y Laura toma mi mano como esperando paciencia, mientras mi madre licua no se que en la cocina, trae su plato y jala nuestros platos y los lleva a la cocina “donde esta la basura… esta lechuga no se puede quedar” me levanto de la mesa, me sirvo más vino y lo bebo deprisa, "búscalo” le dije “no seas grosero hijo que va a decir tu amiga” tiro la servilleta y me llevo una copa de vino a mi habitación, Laura se levanta y va tras de mi “amor tu sabes como es tu mami” y le cierro la puerta en la cara, al rato mi madre toca la puerta y como no le abro me dice que ya se va pero se queda en la puerta esperando que le conteste, luego me dice “no sabia que tu habías cocinado de verdad… lo siento… pensé que lo había hecho tu amiga” abro la puerta y le digo “es mi enamorada o lo que tú quieras pensar y si lo hubiera hecho ella pues no estas en ningún derecho de hacerlo, de todas manera gracias por venir” Laura miraba al final del pasillo, mi madre me miro y entendió que la estaba echando de mi casa, salio en silencio, Laura le sonrió mientras pasaba a su lado.
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Las semanas siguientes mi madre me estuvo llamando y dejándome mensajes al celular “hoy vendrá Laura a almorzar… hice tallarines rojos tus favoritos… quisiera que vengas por favor” no volví a almorzar con ella.

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