jueves, junio 26, 2008

Donde nadie nos ve

Joselito, es hijo de una de mis mejores amigas, ya va al nido y en sus precoses 4 años ya sabe, o al menos ya siente, lo que es enamorarse. La niña de carita angelical, sonrisa coqueta, astuta, vivaz, juguetona, con su look de dos colitas, cabello castaño y de dientes de leche, lo tiene cohibido, temeroso, abochornado, sonrojado; se esconde detrás de su mamá cuando la maestra le dice que es un niño aplicado y que siempre esta ayudando a sus compañeritas, sin embargo Joselito me ha confiado un secreto, la niña en cuestión es nada más y nada menos que su novia (según dice), en su inocencia se han jurado amor eterno, han roto la barrera de los gustos y se han prometido matrimonio. Joselito me cuenta que ya se da breves besos, detrás de los salones, por el mini zoológico, por la pequeña chacrita, cuando juegan a las escondidas, donde nadie los ve.
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Martha visita a Paola dos veces por semana, Paola esta casada con Armando hace un año; Armando tiene una fijación por Martha, en verdad es reciproca, Martha no solo visita a Paola por ser su amiga, sino porque una hora después llega Armando del trabajo, Martha se da el gusto de observar a su amante llegar a casa aunque no sea suya, Armando ya no se inmuta ante la presencia de Martha, es un actor de la infidelidad casi perfecto. Ambos han creado un mensaje subliminal, Paola no lo percibe, sabe que Armando es un coqueto desde que eran amigos y que piropee a su mejor amiga no es problema, pero lo que no sabe es que Martha y Armando trabajan un lenguaje que a simple viste es amical, pero que en el fondo están concretando una cita para verse, encontrarse, amarse.
Meses después Paola sufre un accidente en su casa que la imposibilita movilizarse, Martha, con una careta lastimera y piadosilla misericordiosa, se ofrece a atenderla, Paola la cataloga de hermana y piensa que haría sin ella. Armando decide convertir su estudio en el primer piso en el nuevo cuarto de Paola. Ya a media noche, mientras Armando la acompaña hasta que concilia el sueño, Martha lo espera en la habitación matrimonial para consumar su pecado, donde nadie los ve.
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Leonel vive con sus padres en un departamento en Miraflores, su padre es un estricto militar que desea que su único hijo le siga los pasos, añora verlo vestido de coronel del ejercito, sin embargo Leonel tiene su planes, pelea constantemente con su padre porque detesta ir a las celebraciones, cenas, homenajes castrenses que (para él) no tienen sentido; prefiere salir con sus amigos, conversar con sus amigas, guardarle los secretos y compartirle los suyos. Miriam le guarda uno y es que Leonel ha empezado a sentir esa extraña sensación de querer a alguien, esa libertad moderna, esas ganas de sentirse por primera vez querido, de sentirse vivo, de saberse amado, por que en si es reciproco, pero no exactamente en los brazos de una mujer.
Daniel y Leonel se conocen desde la pre, han pasado muchas cosas juntos, fines de semana interminable, salidas a discotecas, cines, restaurantes, han bebido hasta descarrilarse, conocen todas las comisarías, tienen varias denuncias y sobre todo han experimentado todo tipo de cercanías amatorias, y eso les ha permitido conocerse y porque no quererse más.
Daniel y Leonel experimentaron su primera relación sexual en un hotelucho de la gran Lima, escapándose de una pateadura que le propinaron a un travestí y que correteados por el enjambre de señores-señoritas no les quedo otro remedio que escabullirse en un hotel de media estrella… desde entonces Daniel y Leonel se esconden de su padre y de la sociedad en algún lugar, por ahí donde nadie los ve.
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Rebeca y Tomás tienen 6 meses de enamorados, se conocen hace muchos años y sin querer descubrieron un sentir que lo ha convertido en pareja, son del agrado de todos, los amigos en común los han calificado como una bonita pareja, se llevan bien y una química especial los acompaña a donde vayan. Sin embargo sus padres de Rebeca no están muy contentos con la relación, Rebeca los ha enfrentado estoicamente y ha defendido los sentimientos de Tomás, el amor que se muestran es sincero y lo notaria cualquiera, pero al parecer sus padres no; José Antonio, antiguo enamorado de Rebeca, era el tipo prometedor que empavonaba a cualquier padre, su posición económica, era tan marcada como su arrogancia, manejaba un audi del año, de esos que funcionan sin llave, salía a bailar a lugares VIP, la cerveza no era lo suyo, un brandy tipo escoses con Red Bull lo acompañaba toda la noche, restaurantes 5 tenedores, un champagne francés de regalo para el padre de Rebeca, un ramos de rosa de Rosatel para la madre, en fin seguridad total para dejar a su hija a salva guarda de no ser pobre nunca.
Tomás era más sencillo pero empeñoso y a Rebeca le gusta la creatividad de él para hacerla sentir persona, querida, importante, especial.
Rebeca iba a la playa con los chicos del barrio junto con Tomás, usaba un atrevido y sexy bikini, un pareo multicolor, sandalias, lentes oscuros, sus pómulos embarrados de bloqueador y un sombrerito de paja, sus padres había salido de viaje y ella esperaba a Tomás leyendo una revista de modas en su sala. Tomás al verla tan espectacular, por decirlo así, siente esa atracción propiamente humana, sin embargo no le dice nada, pues la respeta demasiado y si se iba a dar pues era muy pronto.
Un día de verano mientras Tomás esperaba en la sala a Rebeca para ir nuevamente a la playa, se aparece con la misma ropa de baño, ella algo sexy, atrevida lo mira y dice -se como me miras- y lleva de la mano a Tomás a su cuarto.
Ajena a sus deseos por estar en un hotel, atenta contra la osadía de su hogar, durante la ausencia de sus padres su cama y la de ellos era usurpado por la pasión y el deseo; cuando sus padres regresaron de viaje, Rebeca acondicionó el sótano de su casa para los encuentros furtivos con Tomás, ahí donde nadie los ve.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jojojo donde nadie nos ve... solo las paredes nos observaran.. jujujuju!!! bsoos.!!

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