sábado, enero 10, 2009

Su primera vez

Tatiana cuelga el teléfono una mañana después de hablar con Eduardo su enamorado, ella tiene 16 y él 18 recién cumplidos, son pareja algo más de 2 años y ha despertado en ellos la curiosidad carnal propia de la edad.
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Tati (como le decimos de cariño) ha preferido ser cautelosa y no ser motivo de inspiración sexual para “Edu”, los años que llevan juntos les ha dado esa licencia para poder tocar esos temas sin el temor de llamarlo “tabú”, Eduardo y Tati ya saben sobre ese asunto, Tati ve en algunas amigas suyas que la precocidad del embarazo les trunco algunas etapas de la vida o el abandono miserable y cobarde de aquel “varón” que dijo sentirse como tal era para generar algún temor a la soledad y las miradas maliciosas y de llamarla madre soltera.
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Tati cuelga el teléfono después de hablar con Eduardo, sonríe, piensa, medita; ambos están convencidos de que ese momento ha llegado y que será prueba para todo pasando por el aspecto sentimental hasta sentir la transformación de sus cuerpos ante tal suceso.
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Tatiana enjabona su juvenil cuerpo, piensa que sus manos son las manos de Eduardo y se acaricia sin temor, se deja invadir por el agua tibia de la ducha, refresca su anatomía adolescente; se siente hermosa, perfecta… especial; su piel pareciera tener cierto nerviosismo aunque en el fondo se siente privilegiada de saber que es Eduardo quien la tocara por primera vez.
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Busca algo especial para la ocasión, la experiencia que significa perder la virginidad tiene que ser única de principio a fin, desde el menor de los detalles hasta el más importante; Eduardo también lo tiene claro, había reservado la habitación de un hotel estrenando su recién sacado DNI; había hurtado un vino del bar de su padre guardándolo en una mochila, unas copas de plástico armable, el mp3 cargado de música romántica, suave que musicalice el lugar con un aire tierno y virginal; Tati se pone una blusa blanca mostrando sus hombros, una bincha de colores, una falta que le llega a los tobillos, dejando ver sus delicados piececitos y unas sandalias blancas, se contempla en el espejo despidiéndose de la niña que se refleja en el.
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Eduardo lleva un pantalón de dril gris, un polo blanco con cuello que tiene un estampado alusivo al surf en la espalda, unos caterpillar por zapatos, el cabello engominado, bien al reloj, un par de chaquiras, lentes oscuros, preservativos, la mochila con la botella, las copas armables y una tarjeta para Tatiana… le da el encuentro a Tatiana, Eduardo le da un beso en la frente, le dice que esta guapísima, detienen un taxi y se enrumban al hotel.
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Tatiana esta nerviosa, la recepcionista lo percibe, le hace la advertencia a Eduardo por su corta edad, pero le susurra algo a la recepcionista, deja su DNI, le da una llave y un control remoto; Tatiana sonríe avergonzada, Eduardo le extiende la mano, suben por el ascensor, él la besa, ella recuesta su cabeza sobre su pecho, “Te quiero mucho” le dice Tatiana son un tonillo suave y dulce.
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Entran a la habitación alfombrada, Tati camina despacio hacia la ventana “Linda vista” dice, Eduardo vuelve halagarla, ella le dice que también esta lindo, pero que ese pantalón no le gusta, se quedan callados un momento, toman aire, revisan el frío bar y Eduardo le ofrece una Coca Cola, le sirve en un vaso que estaba en la mesa de la habitación, le quita el mechón que cuelga por su frente, Tati sigue nerviosa.
- Si no quieres hacerlo no pienso obligarte. (Le dice Eduardo)
- No, no es eso, solo que… (Tatiana toma un sorbo y prosigue) tu sabes lo importante que es para mi este momento ¿no? (Eduardo asiente con la cabeza) y quiero que sea especial, si me siento preparada, solo quería decirte que me siento muy feliz de que seas tú.
Eduardo sonríe y arrodillado descansa su cabeza sobre las piernas de Tatiana, él le dice que este día será más que especial.
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Echados en la cama, aún vestidos, conversan de los amigos del barrio, de las nuevas parejas, Tati quiere estudiar francés el otro mes, mientras que Eduardo quiere ingresar a la universidad, se toman de las manos, Eduardo besa sus manos, se acerca y la besa, Tati lo mira fijamente, parece pensar que el momento había llegado.
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Las manos de Eduardo empiezan a esculpir el frágil cuerpo de Tatiana, recorriendo poco a poco de arriba abajo, su beso se traslada por sus hombros desnudos, Tati cierra los ojos, Eduardo desviste su abdomen plano, blanco y terso, besa su ombligo generándole un sensual regocijo a Tatiana, Eduardo acaricia sus tobillos mientras sus manos recorren en subida, percibe su ropa interior.
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Sus besos son suaves y torpes, sentada sobre la cama de espaldas a Eduardo, Tatiana se deja conquistar por quien será el primer hombre en su vida; Eduardo desabrocha con dificultad su brazier, ella se tapa sus no muy desarrollados pechos, Eduardo besa sus hombros nuevamente mientras acaricia su curveada cintura, Tatiana cierra los ojos y se deja consentir, poco a poco Eduardo toca sus pechos suaves, Tati tiembla suave y serena; Eduardo se deshace de su polo, ella lo acaricia tímida, avergonzada, se abrazan se besan; sentado en la cama acaricia a Tatiana que exhibe su delicado y precioso cuerpo de pie, mientras Eduardo lidia con su trusa, despojada de su prenda Eduardo la mira, la abraza, le da un beso y poco a poco, lentamente se van echando en la cama; desnudos sonríen, transpiran, entrelazan sus dedos, se llenan de besos; Eduardo busca con calma la forma de sentirse parte Tatiana, sus cuerpos parecen atraerse, nerviosa de un momento con la boca entre abierta Tatiana siente como su cuerpo es invadido suavemente por Eduardo, aferrándose a sus manos entrelazadas, la respiración acelerada, un gemir delicado y el movimiento lento, gozoso, placentero, armonioso. Tatiana y Eduardo se habían unido una tarde de otoño.
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Bajo las sabanas de una cama de hotel, reposa Tatiana sobre el pecho de Eduardo, él le da un beso en la cabeza mientras ella dormitaba, de rato en rato lo besa como muestra de lo feliz que se siente… la niña había dejado la inocencia plasmada en la cama junto a la juventud de Eduardo… ya con cierta experiencia se sumergieron nuevamente en el instinto que los llevo hasta ahí a ser más de amantes.

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