viernes, junio 05, 2009

El gordo

El gordo es mi amigo, es a veces mi mejor amigo y a veces es un detestable sujeto irremediablemente insoportable, pero sabe tener el tino para caer en ocasiones encantador e imprescindible; a mi rollizo compañero de aventuras lo conozco hace poco más de años luz y toda su vida a sido un orondo ser humano, asiduo comensal de hamburguesas, salchipapas y cuanta comida con severas dosis de colesterol posibles de rellenar su ya obeso y epigástrico buche.
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Pero el gordo es un buen sujeto, buena persona dispuesta a escucharte sin que te interrumpa y cuando le pides un consejo tiene en la punta de su lengua de vaca la precisa, un par de palabras que son agradecidas con un amical y cariñoso abrazo que no cubre todo de su esférico cuerpo.
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Ha tolerado todas las chapas sabidas y por haber, se ha reído de todas y cada una de ellas, a las chicas les causa ternura como con estoicismo ha soportado las burlas y tomaduras de pelo; pero el gordo solo sonríe y devuelve con una certera y envenenada respuesta una chapa o apodo desatando la más frenética y escandalosa risotada; y pobre aquel que no tenga correa, no convenía pelearse con nuestro sumo de barrio.
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El gordo es pelotero, ya sabia que su puesto iba a ser el arco y ahí se cuadraba bajo los tres palos, barriéndose, tacleando, arremetiendo contra el rival, metiendo miedo, atajando penales, sacando balones en la puerta del arco, saliendo al golpe de puño (pobre que te caiga uno), carajeaba desde su puesto, un tremendo vozarrón azuzaba con lisura y todo desde el otro lado de la cancha “marca carajo!, gol mierda!, bajen conch…!, corre animal!” entre otros improperios propios de la calentura del encuentro; gracias al gordo los partidos no terminaban con sendas goleadas, pues nuestra desastrosa actuación futbolística era reclamada por un heroico e irreprochable gordo que desde su arco fungía de DT, nosotros cabizbajos escuchábamos como nos arengaba o reclamaba nuestra dejadez y desidia… y el gordo tenía razón, jugábamos mal pero él era nuestro líder en cancha, nuestro capitán, nuestro héroe, ningún barrio nos ganaba.
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El gordo también es bailarín, se jaranea de lo lindo, mueve sus lonjas al compás de cualquier swing sin inmutarse, las chicas son las más encantadas porque no tiene vergüenza como otros atléticos o delgados sujetos que se arrinconan con chela en mano a tertuliar, el gordo se menea hasta abajo mientras nosotros lo alentamos a que nos siga deleitando con su regordete zigzagueo merenguero, sus adiposas coreografías reggaetoneras y su corpulento ritmo salsero; el gordo sabe divertirse y es el alma de la fiesta, moviendo con cierta agilidad su tremenda posadera y sus rollitos como una gran oruga.
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Siempre se porta con dos cajas de cerveza, las trae solo y sin ayuda, fumador empedernido, no sabe abrir las cervezas de manera rustica a pesar de que le hemos enseñado como hacerlo; ha ido con nosotros a varias borracheras de reserva y nos hemos metido en problemas con la policía por su pítimo y plañidero estado, sus lamentos siempre eran por su obesidad y aunque daba pena verlo así nosotros soportábamos con conmiseración pero en nuestro afán de consolarlo terminábamos llorando con él para después ayudarlo a regurgitar toda su bronca por ser “gordito”.
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Sus severas caídas y tropezones eran motivo de risas, al principio claro esta; porque despegarlo del piso era prácticamente sacar un pedazo de vereda con las manos, encima de que el gordo no colaboraba se acomodaba en la acera para dormir la mona mientras que nosotros pedíamos sarcásticamente una grúa en su auxilio; con mucha dificultad y sacando fuerza de donde sea como si remolcáramos al Titanic, el gordo se ponía de pie y lo subíamos al taxi que nos llevaría a nuestra casa, no sin antes devolver por la ventana todo lo que había bebido en cantidades navegables de alcohol y dejando su recuerdo en el chasis del taxi con un diseño surrealista, en alto relieve y multicolor, además de las evocaciones a la madre de todos y cada uno de los ajumados pasajeros por parte del taxista… en situaciones como esta el gordo era un caos… ni más gordo, ni más.
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Pero verlo al gordo enamorado era una escena tierna y dulce, si por un lado el gordo se desinhibía bailando con cualquier chica, para su momento romántico la vergüenza lo traicionaba y el gordo arrugaba totalmente hasta enrojecerlo como un enorme tomate, le gustaba hasta cierto modo que lo vacilen con la fulana en cuestión, el gordo escribía algunos poemitas con cierta prosa y rima, me los enseñaba, a veces los corregía, le cambiábamos algunos términos y pulíamos el sentimiento, se animaba en mandarlos pero después se arrepentía miraba a las otras parejas tan enamoradas, tan cariñosas, tan delgadas y es que el gordo muy en el fondo de su inmenso ser soñaba con su mujer ideal, contando anécdotas con chicas que a simple relato no existen, mujeres imaginarias que quizás lo amen en secreto y deseen su carnudo cuerpo; sospechaba no ser querido por nadie sin embargo las chicas del grupo se tomaban muchas fotos con él, mucho más que con nosotros ¿Qué tenía el gordo que nosotros no? Aceptando la realidad el gordo era un ser encantador y gentil, las chicas lo amaban y él se sentía gratificado “más que ellas que puedo pedir” decía y sonreía sobresaliendo sus enormes cachetotes rosados.
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El gordo es mi amigo, mi mejor amigo, mi hermano, mi compañero, mi confidente, mi saltimbanqui, mi mocador; con quien conversar, con quien pelear, con quien discutir, con quien discrepar, con quien tomar unas chelas, el que te regala un cigarro, el que te manda bien lejos y a quien puedes mandar más lejos… pero así como dice la canción pues es un gordo bueno, alegre y divertido, es un gordito simpaticón y aunque se siga cayendo de borracho y llegue a los 200 kilos estaremos con él.
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Hablar del gordo me dio sed, así que gordo tu dirás…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Q hermosa simbolizacion de tus amigos Osquillar todos tus amigos reunidos en un tipo con todos los defectos virtudes encantos y actitudes y ahora te falta tus amigas un beso