jueves, abril 12, 2007

El lado bueno de una mala noticia

Sandro y Micaela llevaban algo más de un año juntos, ella era una agraciada chiquilla de 14 años, cursaba el cuarto de secundaria, le gustaba las matemáticas, sacaba siempre dieciochos, mantenía un comportamiento ejemplar, casi siempre diecisietes y vivía contemplando el calendario para su decimoquinto cumpleaños, Laura su hermana mayor había movido cielo y tierra para que el quinceañero se haga realidad, quería darle a su pequeña hermana la tan ansiada fiesta que nunca tuvo.
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Mientras tanto Sandro, un jovencito de 17 movía otro pedazo de cielo y tierra para comprarse un terno decente, Fausto le había conseguido una chamba en una cabina de internet, donde le pagaban 30 soles semanales, los guardaba en una caja de zapatos, ya llevaba noventa y cinto soles con ochenta céntimos, había visto un terno azul marino en una tienda de varones, estaba de oferta pues venía con una corbata del mismo color de regalo y una camisa beige, ahorraba para comprarse los zapatos un par de calcetines, el sujetador de corbata, en fin algún detalle más que se le este pasando y un ramo de rosas que tanto le gustan a Micaela.
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Micaela había pasado todo el fin de semana previo a su quinceañero repartiendo las invitaciones, medio barrio estaba invitado, lo mismo sus amigas de colegio, amigos en común, chicos del club de fútbol donde jugaba Sandro, el local, el dj, las luces, la lista del buffet, la lista de temas musicales de moda que estarían amenizando el evento, todo iba quedando perfectamente bien.
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Sandro y Micaela caminaban por el malecón, tomados de la mano, Sandro no había pensado en un regalo especial, pero tenia muchas cosas en mente pero no se decidía en que, Micaela caminaba tranquila y sonriente con las ocurrencias de Sandro, el aire agitaba sus cabello, abrazada del cuello de Sandro, se besaban sin mucho movimiento, se daban esos besos tiernos, dulces, medios mexicanizados, Micaela no se lo decía pero esperaba que Sandro le dijera de que se trataría su regalo, Micaela esperaba con muchas ganas el regalo de Sandro pues su relación había empezado de manera tormentosa y abrupta, quería que sus enemigas que pusieron tantas trabas a su relación se sintieran arañadas, por decirlo así, del amor que había entre ellos.
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Besos van y vienen, los abrazos y latidos del corazón se vuelven ligeramente más rápidos, el movimiento de cabezas y labios se hace mas notorio, y el sobre salto de Micaela no se hace esperar, mirando a Sandro con los ojos medio llorosos, le dice “no estoy preparada para esto”, Sandro la mira, acaricia sus mejillas y la besa en la frente y caminan de vuelta a la casa de Micaela.
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Durante el recreo en el colegio de Micaela conversaba con sus amigas de con quienes irían a su quince, Sonia solía ser muy bromista y alegre pero esa tarde tenia una sonrisa de oreja a oreja, sus curiosas compañeras, no tardaron en preguntarle a que se debía tanta risita, Sonia empezó a contar lo ocurrido la última noche con Tomas, “la noche era precisa para contemplar las estrellas de cerca” filosofó Sonia, las chicas hicieron el estruendo de sus voces chillonas, Micaela presto atención a los detalles específicos que describía Sonia sobre su desvirginal noche, sentía que no parecía tan riesgoso, pensó que quizás eso era su regalo, quien más que Sandro para ese momento.
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Durante varios días lo pensó hasta que se lo propuso a Sandro, él lo pensó los días siguientes y Fausto lo animo asolapadamente, Sandro ya tenia su terno y los zapatos, -lo que sobraba podría alcanzar- se dijo, entonces concreto con Micaela encontrarse a la salida del colegio, iban por la calle, caminando sin apuros, casi sin hablarse, entraron uno por uno a un hostalito en el que entraban de cualquier edad, Sandro dejo en la recepción su libreta militar, el tipo le dio un rollo de papel higiénico, y los llevo hasta una habitación en un segundo piso, los hizo pasar, Sandro cerro la puerta con pestillo, encendió la luz y corrió las cortinas, Micaela estaba parada a lado de una cama de sabanas blancas, se miraron -si no quieres hacerlo esta bien- dijo Sandro, Micaela dando señas de estar lista deja su chompa de colegio a lado de su mochila, se acerca a Sandro -te amo- le dijo y empezó el acercamiento, el roce, el desvestirse, deshacerse del uniforme, del polo, el choque de sus menudos cuerpos, la piel suave de la niña, que empezaba a convertirse en mujer, el beso profundo, el primer gemido, leves gotas de sudor, el movimiento torpe de la primera vez, el enlace de los dedos, la caricia de los pechos, la aspereza de la piel masculina, la piel roja, los labios hinchados, las piernas abrazadas a las caderas, la mordida de orejas, las lenguas entrelazándose, el estrujar las almohadas, la respiración agitada, una y otra vez, hasta que el orgasmo se emparejaba en ambos, las miradas clavadas como si el flechazo eterno los atravesara para siempre.
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El quinceañero se realizó con mucha expectativa y entusiasmo Micaela y Sandro bailaron juntos casi toda la noche, celebraron el paso de niña a mujer presentada en sociedad, medio barrio fue, medio colegio asistió.
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Sandro y Micaela tuvieron relaciones las semanas siguientes, Micaela salio embarazada, tenia un mes de gestación, tenia pensado deshacerse de tan enredoso momento, no podía soportarlo y mucho menos mantenerlo, a espaldas de Sandro solucionaría este embrollo pero media familia puso el grito en el cielo y la persecución a Sandro se volvió más acérrima, sin embargo Sandro fue y enfrento a la familia de Micaela, y asumió toda su responsabilidad, el padre de Micaela la echo de la casa, Fausto albergo a Sandro y a Micaela, Sandro trabajo a doble tiempo, aprendió a manejar y consiguió un trabajo en una ruta de colectivo, ayudo a pagar los gastos de la casa donde vivía, sin embargo Fausto no se atrevió a cobrarle nada, sus compañeras de Micaela iba a verla y acariciar su panzota, su hermana fue la única que comprendió la situación y le organizo un baby shower, Fausto le regalo una consulta para hacerse una ecografía, descubrieron que iba a ser niña, Micaela ya no se sentía sola, Sandro pudo ahorrar lo necesario durante nueve meses, la pequeñita se convirtió en la engreída de las chicas del colegio que todas las tardes a la hora de salida iban a verla, Sandro consiguió otro trabajo y pudo rentar un cuarto para su nueva familia, Micaela pensaba que esto no duraría mucho.
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La bebe sigue creciendo junto a sus padres...

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