viernes, abril 27, 2007

Mi Pareja

Marcelo siempre fue un chico tímido, en el barrio no lo llamaban a jugar fulbito, a veces iba y se sentaba en las gradas de la canchita mirándose las uñas, cuando había campeonatos de fulbito se juntaba con las chicas y nos traía sándwiches de pollo con jugo de naranja helada, las chicas lo adoraban porque era el incondicional, el confidente, tenia ciertas actitudes que para algunos de los chicos era de disgusto, a mi me daba risa, era bien despierto, improvisado, ocurrente, sabia todos los secretos de las chicas y de los chicos, a las reuniones y fiestas iba siempre bien acicalado, perfumadito, el cabello corto engominado, polo cuello cafarena y un terno ligeramente apegado a su delgado y raquítico cuerpo, zapatos encharolados, una elegancia andante.
- Caramba Marce, que guapo que estas (le decía Lucrecia)
- Ay si me lo ha mandado mi primo de Paris (dijo con coquetería)
- Tienes primos en Paris (le dije sorprendido)
- Claro, mi primo Gianni
- Gianni, cual Gianni
- Gianni Versace, pero estamos peleados, así que me mando este para que le perdone.
Lucrecia y yo sonreímos ante la ocurrencia, -eres un coqueto- agrego Lucrecia, el sonrió y se acerco a saludar a los demás familiares con un protocolar apretón de manos para los caballeros y un sutil beso para las damas, las personas mayores lo miraban de manera extraña, hubiera sido por su elegante extravagancia pero no era por eso.
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Carla se casaba esa vez e invitó a todos los amigos del barrio, la fiesta transcurría elegante y divertida, Marcelo no bailaba mucho, tomaba una copa de champagne que hacia larga, los chicos habían jalado la caja de cervezas, le pasaban una botella y Marcelo la dejaba pasar -no me gusta- y fue por otra copa de champagne o lo que hubiese, empezaron a poner música de nuestra época y las chicas nostálgicas empezaron a bailar con nosotros, Aurora saco a bailar a Marcelo que ya llevaba más de 2 botellas de champagne, se animo a bailar un reggae de Bob Marley de manera coqueta y desinhibida, las chicas celebraban su ritmo coqueto, yo reía, Marcelo se convirtió en el centro de atención, la reacción de los chicos fue de mirarme como no compartiendo su encabronada danza -este cabro esta malogrando la reunión- decía Lucho que bailaba a lado mío con Miriam, Mario le decía a Marcelo que se moderara de manera abrupta, Marcelo dejo de moverse a mitad de la canción voltio a mirar a Mario.
- Soy gay ¿algún problema?... me gustan los hombres… (Dijo)
- Puta que gran cabrón eres, como vas a cagar la reunión así (dijo Mario y le propino un severo puñete tumbándolo sobre Don Rogelio que lo empujo despavorido, Marcelo se levanto del piso miro con rabia a Mario y se abalanzó sobre él -seré cabro, pero no dejo de ser hombre- y le propino una golpiza como jamás lo había visto, tuvimos que separarlos, arrastre a Marcelo de la cintura hasta la calle, Marcelo se calmo cogió su saco que yacía en el piso Carla lo miraba sollozando -siento haber malogrado la noche Carla- y camino por el centro de la calle sin decir nada, sacando su pañuelo y secándose la sangre.
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Durante los siguientes días nadie vio a Marcelo, las chicas preguntaban por él pero nadie daba razón, probablemente Marcelo había fugado repentinamente del barrio, quizás agobiado por la discriminación de sus amigos de infancia -mejor así... da mal aspecto al barrio- decía Lucho, -no creo que sin Marcelo mejore su aspecto- dijo Paula mirando de pies a cabeza a Lucho, -creo que debemos de buscarlo ¿no creen?- mi anime a decir, obviamente los chicos me miraron con cierta incomodidad, murmurando entre ellos, las chicas apoyaron la decisión y los pocos que se ofrecieron empezamos una exhaustiva búsqueda de Marcelo.
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Amigos cercanos a él no daban información aunque sospechabamos de que sabian de su paradero, hasta que me atreví hacer algo que lo tenia que mantener en una suerte de secreto de estado, pues para tranquilidad de todos supuse que Marcelo estaría ahí, en la discoteca más concurrida por el ambiente homosexual y lésbico de la gran Lima el “Palace’s Bar” la discoteca de ambiente del momento, pero por un orgullo inmenso que evoca el ser un heterosexual confirmado no me anime a ir solo a un lugar en el que pondría en riesgo mi reputación heterosexual, entonces Lucrecia me mira con un aire de rareza y luego de pensarlo varios minutos me dice que si.
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Es sábado por la noche, estamos parados en la acera del frente miles de carros de último modelo se cuadran en la puerta del Palace’s Bar sujetos de caras limpias, recién afeitadas, cejas delineadas, otros con colorido maquillaje, muchos con prótesis mamarias e inyecciones letales, polos pegaditos licrados, pantalones brillantes, teñidos de cabello, gay, travéstis, transexuales, modernos, los noveles osos, mujeres tomadas de las manos, hombres abrazando a otros, ambulantes que ofrecían cigarrillos y chicles, gays famosos de la televisión, en fin un desfile interminable de sujetos dispuestos a soltarse las trenzas en esa noche vana que solo el Palace’s Bar te podía ofrecer.
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Pago la entrada Lucrecia se siente amenazada por las miradas de las chicas ahombradas que esperan entrar, un hombre fornido me revisa de pies a cabeza con un detector de metales, la alarma suena y saco mi llave el hombre fornido al quien le dicen Marcus me sonríe coqueto y me deja pasar, Lucrecia pasa sin ser revisada entramos lento al mundo de los chicos y chicas incomprendidos por la sociedad, al mundo de aquellos que sus padres se siente avergonzados, la música suena fuerte, ensordecedora, Dj Tiesto alegra la pista de baile, MD Clarens musicaliza en la tarima, hombres y mujeres bailan como extasiados, Lucrecia y yo sonreímos por la energía que vibra dentro de local, las piernas se contagian de ritmo, Lucrecia agita su cabeza como si fuera una rock de Nirvana, la jalo al medio de la pista y bailamos pegados de manera sensual, las parejas a nuestro alrededor bailan también apretados, hombres y mujeres besándose, la pasión de los seres podía sobrepasar los limites de lo normal, la fusión de los heterosexuales era mágica y natural “ámense como yo los amo” dictaba un cartel de neón a la cabeza del Dj, las luces traspasaba a los individuos como queriéndolos exterminar, la diversión estaba plasmada en la atmósfera del lugar.
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Alguien nos miraba desde el palco VIP sorprendido y nos manda a “Bersheva”
- Hola disculpa pero Gália los llama allá arriba
- ¿Gália?, no conocemos a ninguna Gália
(dijo Lucrecia mientras miro a la zona VIP, era Marcelo que me saludaba con la mano, emocionado)
- Es Marcelo (le susurre a Lucrecia, ella miro y salio por delante, Bersheva no dejaba de mirarme)
- Eres un loco (le dijo Lucrecia mientras le daba un abrazo a Marcelo)
- Un loca querrás decir, pero ustedes no sabia que tenían su guardadito (decía mientras me daba un abrazo)
- Supuse que estarías aquí, así de la nada como quien le atina (dije)
- Bueno, estoy contenta de verlos, que quisieran tomar (pregunto mientras nos indicaba que tomáramos asiento en una mesa rodeada de un asiento de terciopelo rojo, una lámpara a gas antigua era lo único que alumbraba, varias copas, de champagne, daikiri, tequila, cuba libre a lado de cajetillas de Marlboro Light adornaban la mesa, Marcelo estaba con Bersheva, Kail, Mika, Lou, acompañadas de sus parejas Estéfano, Aldair, Maicol y Saabram, bebían y se besaban o bailoteaban en la baranda de la zona VIP observando a los demás allá abajo.
- Ay Gália ya llegó, ya llegó ese pesado (dijo Kail)
Todas (bueno así calificaba Marcelo a sus amigas) se asomaron por el balcón luego regresaron a sus asientos Lucrecia me miro asustada.
- Pasa algo (dijo Lucrecia)
- No, nada no se asusten, esta es mi zona, aquí mando yo
(dijo Marcelo que a esa hora de la noche ya le decíamos Gália) pero antes que nada quiero agradecerles su preocupación y veo que en verdad tengo verdaderos amigos y que puedo contar con ustedes siempre (dijo emocionado)
- Siempre puedes contar con nosotros en lo que quieras, particularmente siempre fuimos amigos y nunca dejaras de serlo (le dije y me estrecho un abrazo que lo sentí eterno)
- Entonces podrás hacerme un favor, pero no ese tipo de favores ah, no te emociones.
- Claro el que quieras (sonreí)
- OK… Lucrecia amiga puedo robarme un ratito a tu novio
Lucrecia sonrió con una ceja levantada, cuando en eso una trifulca se armo en la escalera de la zona VIP, un sujeto entro a empujones -déjalo entrar- dijo Marcelo cuando en un momento sentí su mano entrelazarse con mis dedos, un hombre alto de tez blanca se acerco a la mesa -podemos hablar- le dijo el tipo aquel.
- Lo siento Francis tu y yo no tenemos nada de que hablar
- No... más bien creo que tu y yo tenemos mucho de que hablar
(refuto el hombre)
- Lo siento Francis pero yo ahora estoy bien, además quiero que sepas de una vez por todas que ahora estoy con alguien (Lucrecia me mira asombrada, yo la miro también extrañado) te presento a mi pareja y ahora estoy muy bien, muy feliz, porque él es el hombre que estaba esperando. (Y levanta mi mano entrelazada con la suya, Francis me mira de mala gana y sale del lugar no sin antes amenazarme, sus amigas empiezan a botarlo con insultos y Francis baja de la zona a regañadientes)
- Ay ya suéltame (dijo y rió) se la creyó (dijo festejando con las demás)
- Pero me ha amenazado de muerte
- Ay papito el que te toca y yo que lo mato, además ese no mata ni una mosca, uy si a mi ni cosquillas
me hacía (dijo riéndose a carcajadas)
Esa noche nos divertimos hasta el amanecer, fuimos a comer ceviche a la playa y nos dejo en el barrio.
- Cuídate mucho Marce (dijo Lucrecia)
-OK querida descuida… chau amor pórtate bien ah!... Lucrecia cuídamelo ah!... (finalizó guiñándome el ojo)

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