lunes, enero 12, 2009

Pacto de amantes

Sentada en una mesa comparte un almuerzo con su novio, en si es su enamorado, pero resulta más corto decirle así, yo pienso más bien que se trata de alimentar el ego de su ya mentado novio, obviamente le suena bien a sus oídos ser el “novio” puesto que varón que pretenda a su amada no se atreva a acercarse a 5 pasos de distancia. Pero ella me mira de reojo, yo estoy almorzando también con alguien a quien pretendo por decirlo así, mirándome de vez en cuando con aires de distracción intenta cruzarse con mi mirada por lo menos, una mirada silenciosa de mantenernos solo por esos instantes distanciados, jugando al misterio, al riesgo, con fuego, sin que él entre en su típico estado de celos.
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Su cabello lacio transita con un vaivén que el viento da por la ventana, pero su rostro muestra tristeza, pesar, suele tenerle algo de miedo o un exagerado respeto, pero en el fondo finge quererlo… o quizás si lo quiere pero mi presencia agudiza más su instinto de no hacerle sospechar de que la persona con quien ella duerme esta a 6 mesas de ella; se excusa con su acompañante para ir al baño y en breve mi celular empieza a vibrar, la mujer que me acompaña hoy tiene la mala costumbre de responder rápidamente mi celular cortándome mi privacidad, la miro con cierto fastidio y reviso un mensaje de texto “habiendo tantos restaurantes justo es este donde vienes a volverme loca”, me arranca una sonrisa y mi compañera extiende la mano para obtener el celular, su coquetería, su tierno movimiento de cabeza y su sonrisa forzada, me preguntan quien era, le respondo que mi madre ha aprendido a usar el celular y ensaya un mensaje de texto, ella alaba a mi madre pero no es porque le nazca, me hace sentir que es por compromiso, me insiste con ver el mensaje.
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Mi acompañante va al baño, fastidiada por que me negué a darle mi celular termina por fastidiarse, (detesto su engreimiento) mientras que su enamorado se despide de ella, le da un beso, cancela la cuenta, vuelve a mirarme de reojo, aunque sigue seria, se confabula mientras la contemplo desde la mesa 7 acaricia su celular como dando la señal, pienso en llamarla mientras miro sus bien torneadas piernas, deja sonar una sola vez su celular y me contesta atrevida “que rico estas papito”, logra sonrojarme, le digo que esta sexy y preciosa, me insita a que peque con ella imaginariamente, me dice placeres subliminales, deseos carnales capaz de romper los limites, se relame los labios, me gime por el auricular, quiere hacerlo ahí en la mesa del restaurante y ríe, le digo lo que le pienso hacer … me susurra que quiere verme esta noche, que no aguanta más y vuelve a reír, pero que lo primero que tiene que hacer es desaparecer a su compañero, maquiavélicamente tramamos un secuestro, ella sonríe normalmente nunca dice nada, pero en nuestra soledad, en nuestra intimidad, sus acciones valen mucho más que mil palabras.
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Mi acompañante sale del baño, aún herida en su amor propio por no satisfacer sus caprichos, asegura estar dispuesta a perdonarme siempre y cuando le enseñe el supuesto mensaje de mi madre, vuelvo a negarme, se sienta y dramatiza la situación, cuestiona nuestra “química” que la verdad no existe, amenaza con dejarme que en cierto modo sería buena idea, que su medico le ha prohibido fuertes impresiones; un mequetrefe que solo quiere revolcarse con ella, que si algo le pasa a ella yo seré el principal culpable, con tenerla callada asumo toda la responsabilidad; realizado su mejor actuación con guión hindú incluido atino a no hacerle caso y sigo hablando por teléfono “okay mamá iré a verte hoy en la noche, lo prometo un beso te quiero mucho… si, si… yo también”, intolerante toma su cartera y sale del restaurante, para un taxi y se va, ofuscada, endemoniadamente fastidiada.
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La mujer al otro lado del restaurante, sonríe con su pareja que aún no se ha ido, serio indomable le dice para irse juntos, ahora parecen que se van, sospecho que hoy no la veré; no da ninguna señal o al menos no la entiendo, su acompañante le ayuda a levantarse de la mesa, camina mirándome de reojo y con un sutil movimiento me percato que asoma por entre sus dedos un papel, lo tomo sin que el sujeto aquel se de cuenta, su recado estaba escrito fugazmente “sígueme”, tomo un tiempo para que salgan del lugar, cancelo la cuenta, subo al carro y los sigo.
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Esquivando autos, combis, coaster por las estresantes calles de Lima llego a un edificio donde no puedo entrar porque la cochera se abre particularmente; el acompañante de mi musa es un connotado abogado que me conoce, lo he entrevistado un par de veces y fruto de esas entrevistas conocí a la mujer a quien ahora persigo. Con una leve duda pienso en algo rápido para sacarla de ahí, inventarme una entrevista sería una alternativa, busco número de la habitación llamo por el intercomunicador, encantado me dice que suba; armado con una grabadora de mano, una libreta de apuntes y un lapicero subo arrepintiéndome de lo que estaba a punto de hacer.
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Coquetamente asombrada abre la puerta, su novio me invita a pasar, me da la mano gustoso, le acepto algo de tomar, me pregunta de que hablaremos, me presenta a su novia, me cuenta que están próximo a casarse le digo que justamente mi periódico estaba buscando a las próximas parejas en casarse para hacer un suplemento de “Los Nuevos Novios de Lima”, ella le gusta la idea, colabora con mi mentira, él me dice que le parece simpático y esta agradecido de ser una pareja seleccionada pero que no expondrá su vida privada en público; fastidiado porque no logro convencerlo pienso que verdaderamente podría desaparecerlo, ella se molesta con el abogado, él también se molesta, discuten, se levantan la voz y se incomoda porque pensó que era una entrevista seria, enérgico le digo que podemos hacerla seria en interesante.
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Un violento golpe en la cabeza impactada por la grabadora, deja inconsciente a mi virtual enemigo, sumergido en un charco de sangre reposa el cuerpo inerte del abogado, mi musa consternada suelta una sonrisa como si no creyera lo que esta pasando, mientras yo bebo tragos largos de whisky pensando que hacer; colocarlo en la ducha o en el piso del baño seria una buena idea, sin embargo mi compañera tiene en mente una desencajada idea que termino por aceptar; limpiamos la alfombra de la sala ensangrentada, coloco en una bolsa los trapos sucios, lavo las copas, mi grabadora, tomo una de sus ropas, colocamos el cuerpo al borde del balcón.
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A la mañana siguiente despierto con mi compañera quien yace desnuda, exhausta en la habitación de un hotel cualquiera. Las primeras pesquisas de la policía revelan que fue un suicidio… las causas aún no se saben pero todo apunta que son amorosas, mi amante había dejado una carta terminando con él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo q tngo un pacto contigo o no? hazme recordar