viernes, marzo 06, 2009

Tenemos que hablar (¿13 años después?)

El supermercado esta abarrotado, los domingos suelen ser así, he comprado un libro y se me ha antojado una suculenta empanada de carne, un vaso de inca cola es parte de la oferta, una agraciada señorita me atiende sonriente (política de la empresa) le devuelvo la sonrisa y me despacha una generosa empanada y una refrescante inca cola; la gente va y viene, los domingos son insoportables, toda la familia viene de compras y por lo general (al menos donde yo vivo) siempre sueles encontrarte con todo el mundo, a quienes quieres ver y a quienes no quieres ver, a los que no vez años y a los que vez a cada rato, a los que no conoces y a los que siempre vez pero no sabes su nombre, los que vez y no recuerdas… como Diego Tomas Ambrosio.
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- Claro ¿no te acuerdas de mi?, hace tiempo que quiero ubicarte (me dice entusiasta, excesivamente alegre el sujeto aquel)
- Bueno ya me ubicaste (le digo irónico aún sin recordar al loco aquel)
- Tú si que no has cambiado nada, estas igualito
- Seguramente, pero te juro de verdad... que no te recuerdo.
(Le digo haciéndolo recapacitar que quizás me ha confundido con alguien, sin embargo sabe mi nombre y mi apellido, el colegio donde terminé la secundaria, la universidad donde estudie primero, donde viví en el 96, incluso pregunto por mi viejo; su rostro empezó a familiarizarse cuando me pregunto por alguien a quien yo conocía perfectamente pero que no sabia hace mucho tiempo de su paradero.
- ¿Qué sabes de Elisa? (Pregunto sin dejar de mirarme como esperando una respuesta sólida)
- Hace mucho que no se de ella, creo que se caso (Respondí desinteresado)
- Quizás la volvamos a ver, quiero hacer una reunión de reencuentro con la gente ¿Qué dices te animas, vas?
- Si porque no seria chévere encontrarme con la gente, años que no los veo
(Le dije, anota mi número celular, me da su tarjeta, nos despedimos y quedamos en llamarnos para dichoso reencuentro).
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Diego Tomas había sido un compañero de mi confirmación por el 96 más o menos, tratando de recordarlo recordé, valga la redundancia, que había sido un tipo callado y solitario, insociable, amilanado, con temores, nunca hablo, nunca participo, incluso no recuerdo si se confirmo, pero aquella noche me recordó con simpatía y afecto y se atrevía a preparar un reencuentro que dudaba llegue a ser concurrida.
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Dos meses después Tomas me llamo para confirmarme que su tan mentado evento se iba a llevar acabo, se había contactado con todos y todos le habían dicho que si; sumergido en la incredulidad decidí animarme a ir, me bañe, me cambie, compre una cajetilla de cigarros, una cerveza en botella, una barra de menta y dos chicles, fui caminando hasta su casa, quedaba relativamente cerca; la gran ventana de la sala muestra a la gente que hacían grupos y bebían cerveza, conversaban amenamente, otros bailaban y carcajeaban, toco el timbre, Tomas me abre la puerta y me da un abrazo efusivo, esta “alegre” porque he venido, me dice que solo faltan algunos que los demás están dentro, entro temeroso a la gran sala, me siento observado, como un extraño, en eso una voz del otro lado de la sala me llama, empinando una botella de cerveza, se acerca me da un abrazo y lo reconozco de inmediato, era “Calito” fue mi mejor amigo en esa época y nos volvíamos a ver después de 13 años, “Calito” me jala al grupo y ahí estaban Ursula, Karina, Gisela, Martha, Marcos, Jorge, “Calito”, Hernán, Jonathan, Samuel, Eder, Jahaira, Orlando, “Cototo”… y Elisa, todos compañeros del salón de confirmación del año 96.
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A Elisa no la venía desde que terminamos (y terminamos mal), sin embargo diplomáticamente la he saludado con un beso en la mejilla en muestra de que no tengo nada contra ella y que nuestra relación si bien fue intensa, armoniosa y especial, llegó a su final de la manera menos esperada, tras un viaje y tras varios meses de averiguaciones me entere que la noche de su fiesta de promoción (dicho sea de paso un castigo impuesto por mi madre me privó de ser su pareja y ella eligió a alguien de mi promoción) me fue infiel y me entere por terceros de lo que había ocurrido eso genero una división entre los amigos en común, decidió nunca más volver hablarme, pretexto mi viaje como motivo de la ruptura, se especulo una supuesta hija que tenía en provincia a quien yo había ido a visitar, argumento que sus padres no me querían ver… Entonces hice mis pininos de masoquista, la busque y la perdone, le rogué que volviera conmigo, sin embargo me desprecio, se rió en mi cara porque no tenia porque pedirme perdón, endemoniadamente orgullosa, endiosada, oronda, me aparto de su vida sin pensar en mi, entonces no me quedo otra salida que sumergirme en la más profunda tristeza, flagelarme con las más tiernas baladas y embriagarme en inconsolables noches de lagrimas y porqués, tardo en sanar el corazón durante el verano del 97.
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Elisa estaba guapa y percibía su mirada de reojo, aún rondaba su aureola de orgullo y egocentrismo, “Calito” y yo conversamos mientras los demás se animan a bailar, Jahaira lo saca a bailar dejándome solo con Elisa y Gisela; sin esperar alguna señal pienso y repienso si sería factible sacarla a bailar, Elisa nunca ha bailado bien pero creo que después de 13 años ya debió aprender algún paso por lo menos, pero fuera de eso su narcisismo no la hará sucumbir a una petición que correría el riesgo a ser negada… sin embargo me pide un cigarro y suelta un “¿bailas?” semi seco, agridulce, que es contestado por un “ya dale” desinteresado.
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Su baile es más rítmico, ha aprendido a bailar, a no enredarse o auto pisarse, unos minutos corren de la música mientras bailo desganado y mirando el piso, no quiero forzar alguna conversación con ella, sospecho que ella lo sabe porque baila mirando de un lado a otro sin mirarme, pero una fugaz caballerosidad me fuerza a romper el hielo.
- ¿Y que tal como estas? (Le digo aventurándome a mirarla directamente)
- Bien aquí como me vez, engordando (Me dice, lanza una dulce mirada como diciéndome “gracias por preocuparte… por favor no llegues al tema de nosotros”)
- Me dijeron que te casaste (Continuo)
- No, nada que ver, un par de años más quizás, quien sabe ¿y tú?
Entonces empezamos una conversación larga y tendida, me contó de lo que estaba haciendo, de su mamá, de su hermana, de sus sobrinos, de sus amores, de su trabajo; le conté de mi, de lo que me había pasado en estos 13 años, de mis amores, de mis proyectos, de mi trabajo; salimos a comprar cigarros, nos sentamos separados del grupo, bailamos mientras nos reíamos, la sentí cómoda, gratificada.
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Todas las canciones eran de los 90, en todos sus géneros; una salsa llamada “Yo sin ti” que me dedicó durante nuestro romance sonó en aquel momento, un prolongado silencio quedo entre nosotros, nos quedamos parados; sin pensarlo ella rompe el verdadero témpano y dice “Bueno… ¿bailamos?” y acepto dándole una sonrisa.
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El tema musical transcurre y nosotros en silencio, finalizada la canción en medio del barullo de la gente me dice.
- Creo que tenemos que hablar ¿no?
- … estamos hablando ¿no?
(Le digo de manera irónica)
- Me refería a nosotros… de lo que paso (Me dice temerosa, sin la coraza de orgullo)
- … no, no tenemos nada de que hablar.
- Por favor… me gustaría no se… quedar bien contigo.
- Ya estamos bien, descuida no paso nada… lo pasado, pasado es… no te preocupes.
- Es que…
- Elisa ya déjalo ahí
(Le digo en cierto modo incomodo)
- Es que… por favor… tengo que… te lo ruego. (Su mirada reflejaba intensos días de tormento e incertidumbre, de saber como estaba y que estaba haciendo, de saber cuando llore, de cuanto sufrí, de cuanto la ame, quería sentirse aliviada, liberada; reflejaba una intención de querer sentirse perdonada por el hombre que alguna vez a solas en la sala de su casa le propuso matrimonio, por el hombre con el que descubrieron el placer intenso de la adolescencia, que la descubrió mujer en el cuarto de sus padres… Su mirada pedía perdón)
- …… Yo también te roge… dalo por olvidado, no arruines la noche (Luego le di un abrazo y ella me correspondió… sentí que el corazón había sanado totalmente)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perdonar es doloroso en primera instancia, pero transcurrido los años las cicatrices son hechas x el amor q paso, asi como soportamos todo x amor podemos perdonar x amor, aunq ya no se ame.