Es sábado y mi cuarto esta hecho un desastre, lleva semanas (quizás meses) así, ordenando un poco he encontrado un polo que buscaba hace meses y que lo halle debajo de la cama detrás de una pelota desinflada, un par de medias deportadas de su cajón que halle entre los polos y que repatríe a su lugar de origen, además una sugestiva y comprometedora tanga café que guardo como suvenier en memoria de… no recuerdo bien pero como dice Arjona lo llevo de bandera.
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Conservo algunos juguetes de la infancia gastados por los años, una colección de carritos de metal fabricados con pertrechos de autos viejos y que aun andan; un selecto y bien entrenados soldaditos que conformaban un extraordinario comando de elite antiterrorista perteneciente (según yo) a los heroicos, audaces y tenaces marines americanos, que si fueran de verdad sus edades fluctuarían entre los 60 o 70 años pero que se mantienen jóvenes, estáticos, prestos para salir al combate, a la caza de un peligroso terrorista musulmán.
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Encontré fotos de mis amigos con quienes jugaba fulbito en el barrio, fotos de algún quinceañero chupístico, fotos de alguna quinceañera quizás casada, fotos de cuando era un irreconocible e inocente monaguillo; imágenes que han ido perdiendo color con el tiempo, pero que han ido conservando el valor significativo de cada suceso que nostálgicamente no volverá pero que nadie me quitara lo vivido, días, meses y años que añoro y sonrío y que tienen un detalle sentimental.
Como mis cartas, que yacen amarillentas en algún folder de colegio o en un file de la universidad, tengo la mala costumbre de escribir en la última pagina de todos y cada uno de mis cuadernos; tengo un poema guardado que escribí en tercero de media, tengo un acróstico con su nombre y el mío, e hice una silueta que dibuje en el recreo, tengo una lagrima marcada en un papel como señal de algún rechazo y tengo tu carta atiborrada de corazones y una segunda carta repleta de te amos; tengo una novela por concluir y tengo una carta a medio escribir y que no te la envié.
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Una carta llena de disculpas y lamentaciones, pidiéndote una oportunidad y que no volverá a ocurrir; una carta adorándote por existir y otra carta diciéndote que me gustas, tengo otras tantas cerradas dispuestas a ser entregadas en donde ignoro que fue lo que escribí, pero en el remitente de mi corazón el único destinatario son a tus manos; cartas llenas de cursilería y copias agravadas de algún poema Nerudiano o transcripciones originales de alguna desgarradora balada con firma propia para parecer más romántico, tengo una canción que compuse para ti y que me sonroja aun, muchos años después, intentar cantártela y aunque despierta en mi el insólito momento de hacerlo lo haría gustoso susurrándotelo al oído.
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Tengo una tarjeta y tu foto en una carta que me escribiste, tengo nuestras memorias impresas en papel, tengo paginas llenas de romance y lujuria, de sueños contigo y momentos platónicos, tengo una tarjeta de cumpleaños sazonados de besitos con un feliz día mi amor tatuado con un beso impreso de tus propios labios… tengo una tarjetita para ti que me gustaría regalarte y que espero sea recibida.
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Tengo mil recuerdos en mil cartas, tengo mi historia romántica en un papel que he pensado en desaparecer, porque cuando no te veía te escribía y cuando te veía vivía cada momento a tu lado… tengo unas cartas que no envié y que ya no hay necesidad de entregártelas, porque estoy convencido de que tendré siempre un motivo más para escribirte.
3 comentarios:
Guardas tu historia romantica pues debe de ser un antescedente interesante de amor, ternura y de hecho lujuria.
Yo tambien tengo mil recuerdos en mil cartas, tengo mi historia romántica en un papel que he pensado en desaparecer...
Las cartas son un recuerdo viviente de nuestra memoria , guardan dentro de ellas miles de sentimientos ,emociones y vivencias.
Simplemente hermoso.
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