De porque escribo

Sentado en la mesita que adorna la habitación del hotel en donde pernocto de vez en cuando y mi laptop son mudos testigos de que quiero escribir, Coldplay musicaliza la habitación y un humeante porrito la aromatiza con su hierba fresca espero, medito y planifíco la historia con la intención de despejarme la mente y que mis personajes (reales o no) asomen para algún nuevo relato (real o no).

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Pienso en porque escribo y se me viene a la cabeza (grotescamente) porque me da la gana, pero Carola me corrige y me dice que es porque me gusta y tiene razón, tengo la leve esperanza de vivir (no creo que en este país) de esto, de ganarme un nombre escribiendo a literatura abierta, alterando la gramática y violentando la tan culta lengua española, utilizando el sarcasmo y la ironía como si fuera el tono de mi voz y enmendarme de rato en rato como si fuera un liquit paper y las teclas de una computadora son mi “ingastable” lapicero… hace mucho que no lo utilizo y me está costando firmar por la falta de costumbre.

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Escribo porque no tengo nada que hacer (a veces), escribo porque me libero de una carga emocional que por lo general esta inundada de angustia y desesperanza, de un tormento leve de proyectos y sueños que se van esfumando con el tiempo y por el tiempo, me invade una soledad innata que con su plausible paciencia se esta convirtiendo en mi enemiga intima y que me sonríe con cierto entusiasmo dejando un lema de “vez! te lo dije” escrito con carmín en el espejo del baño; soledad cargada de un instante autodestructivo de no serle útil a nadie, de que nadie comprenda lo que quiero o que simplemente les parezca increíblemente gracioso que halla reflexionado en mi vida y que haga un catarsis del “yo confieso” y relajarme como quien se deshace de su cruz, escribo porque me asaltan imágenes de mi vida y como un mea culpa perdonarme por lo que no hice.

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Escribo porque tengo a Bayly como inspiración, porque sus novelas han despertado en mí ese curioso encanto de escribir y escribir como si estuviera conversando con la almohada (aunque mi almohada ya no me escuche), escribo porque me desahogo, me desintoxico de lo que llevo dentro, porque cuando termino siento una frescura intelectual y espíritu saliendo de mi, escribo porque la ciudad tiene un encanto especial que provoca escribir (por lo general decir cosas malas de ella), cosas sin importancia que te motivan a escribir, como el trafico, la gente, el cobrador, el chofer, la música, los pasajeros, el datero, el policía de transito, los edificios, los ambulantes, los niños que cantan en los buses, los taxistas, los ladrones, los pirañitas, las adolescentes con sus diminutos politos, los chiquillos con sus gorras toneras creyéndose Daddy Yankee; los semáforos, del señor que esta sentado delante mío con su brillosa pelada, de la chica que escucha algo en su ipod y de su coqueto he interesante escote, del verano que detesto o del invierno que amo, de los helados, de la inca cola helada y su margarita, de cigarro Hamilton y del zippo que me encontré en el hotel, de los caramelos de menta y la caja surtida de preservativos que nunca use y que guardo celosamente para usarlas, sabiamente, en algún momento.

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Escribo porque extraño, porque amo, porque ame, porque nunca dejare de amar, porque me amaron y me siguien amando aunque no parezca; escribo porque sueño y no dejo de soñar, porque espero y me aferro a seguir esperando, porque me consuelo y me ayudo ha no destruirme.

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Escribo porque puedo manipular la realidad como una plastilina, de recrear en la mente del que me lee los más sublime, sutíl, escabroso, placentero y apasionado de su existir; darle la oportunidad de estar en un mundo conmigo, porque puedo mentir vilmente con la intención de que me crea inocentemente, hacerlo real, desarrollar la vida dentro de un escenario agreste de vicisitudes carnales, placenteros y mentirosos.

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Escribo porque Carola ha sido gran parte de la inspiración, porque me ha alentado a seguir haciéndolo (aunque ahora último me suene a consuelo, ha que ya no piense en ella como antes y que me resigne a eso a que me dedique a lo "unico" que me queda), su sonrisa ha pulido mi lado de escritor furtivo, sus palabras fueron esa bebida para algún breve descanso o falta de inspiración y su cuerpo blanco ha sido el pupitre de innumerables historias que se quedaron tatuadas en su piel y que se quedaran ahí para jamás ser contadas.

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Al escribir he provocado en Milagros ligeros celos jamás demostrados que han hecho sonreírme porque he provocado también que me diga que es lo que en realidad siente (o esperaba de mi) aunque lo nuestro no tuvo el deseado desenlace.

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Escribo porque provoco en Camila la imperiosa necesidad de que se enfade conmigo por no comprender que no todo es verdadero y prefiero discutir con ella, saber que no esta conforme con mis intelectuales romances porque al final logro reconciliarme con ella haciéndole el amor.

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Escribir me ha traído ventajas y desventajas, mientras algunos lo han tildado de interesante otros (que si son muchos) prefieren escudarse en criticarme acida e inmisericorde porque ando “descarriado” o prefieren aconsejarme sucumbiendo en la aburrida laceración de haber atacado su susceptibilidad, como si hubieran violentado su intimidad que no es más que la mía imaginariamente.

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Escribo por travesura intelectual porque puedo ser lo que soy, lo que no soy y lo que quiero ser; por lo que tengo, no tengo y quiero tener, escribo por hobbie, porque puedo dormir con la mujer de mi enemigo, porque puedo decirle lo que siento, porque siento que ayudo ha alguien ha aventurarse con alguien, porque tengo miedo a perder y me voy acostumbrando ha aceptarlo, porque siento muchas veces ganar aunque no legalmente; escribo porque puedo desnudar esa parte de mi que aun es prohibida y puedo desnudarla con solo leerme, porque me dejo dormir con ella (y a veces con él), escribo porque puedo ridiculizarme y ser mi propio verdugo, porque puedo crucificarme y resucitarme 3 o 4 días después, escribo porque es saludable para mi.

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Escribo porque recuerdo a mi viejo y pienso en mi viejita, por mi hermana, por los amigos que tengo, tuve y perdí, por los amores no correspondidos y los que fueron prohibidos, escribo porque me enseñaron a pecar y a conocer el mundo, por los amores reales que tuve y no les di la importancia, por los amores irreales que nunca se llegaran a concretar porque son hechos de papel, aunque guardo la leve esperanza que cobre vida, por quienes me amaron y descuide en los sentimientos día a día (pienso que escribiendo podría sanar lo que deje pasar… algunas heridas por ejemplo… si es que sirve de algo), escribo porque es una manera de pedir perdón y que no fui lo que esperaban de mi.

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Escribo porque me resisto a llorar en público y aventurarme en mi soledad ha pensar en un personaje de la calle, a llorar con el, como dice la canción “voy a guardar mi lamento para cuando yo este solo”… escribo porque aun tengo mucho que decir.