Vivo en la esquina en un tercer piso de un edificio, es un lugar chico pero acogedor, esta bien para mí. No se cuantos metros cuadrados tiene y poco importa, tiene una salita y cocina divididos por una barra donde almuerzo algunos domingos. Esta pintada de color marfil y el piso es de parquet, el cuarto tiene una esplendida ventana por donde entra la brisa acariciando alguna espalda desnuda.
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Tengo en la sala, un LCD colgando en la pared, conectado al cable, al dvd, al equipo de sonido y al primer play station; le he comprado una alfombra en donde me tiro a jugar. Un equipo de sonido de excelente y nítida salida donde escucho a Coldplay y mis discos de ritmos arábigos. Mi cuarto tiene un closet donde puedo esconderte y una ducha con tina donde me sumerjo en caliente y me relajo del estrés. Tengo un juego de sofás acolchonados que provocan dormirse (o fornicar) en ellos.
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Tengo algunos tragos regalados en mi cumpleaños que los reservo celosamente y algunos juegos de vajilla que compre para casos especiales, no tengo ollas porque no se cocinar, solo tengo un microondas que me ayuda a calentar la comida que traigo o que me trae Azucena; es chef y cocina rico. A mi madre no le parece que alguien me cocine, sospecho que esta celosa que halla cambiado de sazón.
A Milagros la gusta la vista que tengo desde mi pequeño balconcito, a mi me gusta verla apoyada en el balconcito. Veo películas piratas con Carola los fines de semana, me engríe con un suculento desayuno los domingos en la mañana. Vienen a ver el fútbol los domingos por la tarde los peloteros nocturnos de los viernes y los viernes en la noche vienen por mi cerveza. Los inquilinos del segundo piso se quejan de la bulla, pero no les hago saber que sus alaridos sollozantes y gemidos desgarradores son mucho más escandalosos.
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Tengo un king size solo para mi (algunas veces para mi), su dimensión es escenario fortuito de mis momentos de sueño y descanso, de placer y lujuria, de soledad y nostalgia; cuadrilátero dispuesto a recibirme solo o acompañado y ser cómplice de mi momento. Testigo privilegiado de tu piel y tu sensualidad, de tu calor y tu sudor, de tu beso y tu respiración. Enfundada en sabanas blancas descansa tu cuerpo y amaneces como una diosa en su olimpo dejándote acariciar y engreír por el aire que entra por la ventana.
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Tengo tu ternura viendo películas los lunes en la noche y pizza doble los martes a la misma hora. Tengo trabajo los miércoles amaneciéndome los jueves y una taza de café, Coldplay y tú me acompañan durante la noche; los miércoles tengo masajes gratis y un poker de pastas preciso para darle gusto al paladar; los jueves es de cine o tertulia fuera de casa y los viernes con de pelota y pichanga. Los sábados es de tragos con los amigos o un momento contigo y el domingo tengo tu cuerpo desde anoche reposado sobre la alfombra que ya hemos estrenado. En la tarde es de fútbol y de almuerzo criollo.
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El apartamento se acomoda a mi y yo a el, es mi sede en soledad y en compañía, es mi universo y soy su dios, es la embajada de la república de tu cuerpo y la casa blanca de tu piel… el apartamento es la guarida donde podré contemplarte en momento más sublime del silencio y en el más profundo de los secretos.
1 comentario:
Podria jurar q eres tu el de la foto, pero a la chica no la reconozco quien es???
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